En Bolaños tendrá cabida toda persona que sea honesta, honrada y que ejerza una convivencia pacífica, independientemente de la nacionalidad que tenga, ya que a mí, por lo menos, no me gustaría que si me viera obligado a emigrar no me tratasen con cordialidad y respeto. Nadie se aleja de su familia, sus costumbres y su tierra por gusto. Al fin y al cabo todos somos hermanos e hijos de Dios.