Mi sorpresa es saber que no aceptamos de manera natural y necesaria para ser una democracia consolidada, las críticas que nos vienen por ideas o sentimientos contrarios, eso no es bueno, porque rompe las reglas del juego y trasciende más en la parte emocional, que debe permanecer al margen, si no queremos que el sistema como tal, deje ser funcional y operativo. Toda persona que representa a una entidad pública, elegida por el pueblo democraticamente debe saber de su responsabilidad social como ente público y su obligación a asumir todo tipo de censuras e ideas distintas que le puedan en un momento transmitir, ello no solo enriquece su capacidad, le permite al mismo tiempo poder aprender a través de ellas, un mejor acoplamiento en su representación, mayor abertura y un enriquecimiento de su capacidad de asimilación política. El papel de escudarse en emociones personales, que bloquean nuestra mente y la estrechan, se convierte en un arma en contra nuestra y frena la capacidad de ser y entender. El que lucha por unos ideales, en un sistema de verdadera democracia, asume vicisitudes, unas veces mas justas y otras menos, pero todas en su conjunto, son el justo sentido de la máxima pluralidad de aceptación en todas esas secuencias que transcienden más allá de aquello que nosotros pensamos y desarrollamos. Si quiero luchar por algo, estoy obligado a aceptar las reglas democráticas y dejar el corazón a un lado, para evitar calentones y una lucha continua con los demás y con nosotros mismos. Igualmente hay que saber diferenciar el cargo de lo íntimo y personal y los familiares se situarán al margen, del grado consanguinidad que pueda estrecharles. Lo personal se ubica en el mundo de lo privado, lo político debe tener su propio campo, ambos mundos no se pueden ni deben interrelacionar, porque pueden afectar a nuestra salud personal y generarnos infinidad de conflictos innecesarios. Un saludo a todos los del foro.