Este artículo lo escribi en el año 92, con el quise hacer homenaje a mi pueblo y sus gentes, espero haberlo logrado en parte.
MI PUEBLO
En un bonito y rústico valle, en la parte mas elevado del mismo, se levantan las edificaciones de una sencilla localidad, que la historia y textos antiguos citan como Abraztortas (Abrazatortas), y que posteriormente se redujo a su actual nombre, Brazatortas.
Sus habitantes, dependientes en su mayor grado de la agricultura, ofrecen aún hoy en día la huella característica de la labor impuesta en sus curtidas pieles, que evidencian una excesiva exposición al sol y resto de inclemencias atmosféricas.
El entorno y el paisaje, todavía conservan los vestigios de su evolución progresiva, frenado en gran medida por la revolución industrial. Ello ha dado paso a una nueva adaptación, lo que ha desfigurado en parte el orden lógico, que mantuvo durante décadas y que le dio identidad propia.
“Labriego pueblo fue un día, verde y de amarillo sus campos se tiñeron, hasta que....... el hombre, en su posterior evolución marcó de color terroso a ellos, rompiendo el contraste de las diferentes estaciones”.
El autoabastecerse, modeló un proceso de cultura socio-económica que les caracterizó durante décadas y derivó a esta localidad, a la condición de autodeterminación propia.
Los nostálgicos como yo, sentimos en nuestros corazones estos recuerdos, que dejaron su huella grabada en el subconsciente. Fueron momentos de felicidad no olvidados, es cierto que concurrieron circunstancias grata e ingratas, las primeras mitigaron a las otras, permitiendo un desarrollo personal, que en un futuro serviría de trampolín para un posterior reconocimiento.
Mi pueblo, pueblo de labriegos, ha ofrecido por la “huella del arado” el sustento de sus gentes, personas que quisieron y supieron sacar a su “piel” el barrido justo, con su sudor y trabajo. La sementera y aventado en la preparación y recogida del grano, todo un proceso arduo en base a poder percibir la compensación tras el esfuerzo.
Durante la recolección de la aceituna, las cuadrillas, en su mayoría compuestas de mujeres y hombres, al despertar la mañana marchaban “eufóricas y agradadas”, a sabiendas del posible día frío y agotador que se les avecinaba. El “don de gentes”, la risa constante y las pequeñas anécdotas, eran las notas mas características.
Su idea del trabajo, era la necesidad apremiante de subsistir y la buena aceptación de las circunstancias, una meta prevista y compartida. Sus raíces, las gentes y el entorno, un complemento de su cultura, en una palabra, la nota verdadera a su autenticidad.
Brazatortas está ahí, ligado a Sierra Morena. Es sencillo, atractivo, sutil y fiel a sus gentes, pero lo más significativo es que continua vivo. Sus niños aún juegan en la plaza pública ubicada en el centro de la localidad, los adultos y ancianos celebran las partidas de cartas intercambiando frases sueltas, los pájaros cantan al amanecer, la torre de la iglesia denota con el repicar de sus campanas a misa y los corazones sienten el despertar de un nuevo día, que les anuncia que su pueblo, Brazatortas, permanece latente y subsiste al tiempo y al desgaste.
22/05/95
Juan de Mata Sánchez Aragón
MI PUEBLO
En un bonito y rústico valle, en la parte mas elevado del mismo, se levantan las edificaciones de una sencilla localidad, que la historia y textos antiguos citan como Abraztortas (Abrazatortas), y que posteriormente se redujo a su actual nombre, Brazatortas.
Sus habitantes, dependientes en su mayor grado de la agricultura, ofrecen aún hoy en día la huella característica de la labor impuesta en sus curtidas pieles, que evidencian una excesiva exposición al sol y resto de inclemencias atmosféricas.
El entorno y el paisaje, todavía conservan los vestigios de su evolución progresiva, frenado en gran medida por la revolución industrial. Ello ha dado paso a una nueva adaptación, lo que ha desfigurado en parte el orden lógico, que mantuvo durante décadas y que le dio identidad propia.
“Labriego pueblo fue un día, verde y de amarillo sus campos se tiñeron, hasta que....... el hombre, en su posterior evolución marcó de color terroso a ellos, rompiendo el contraste de las diferentes estaciones”.
El autoabastecerse, modeló un proceso de cultura socio-económica que les caracterizó durante décadas y derivó a esta localidad, a la condición de autodeterminación propia.
Los nostálgicos como yo, sentimos en nuestros corazones estos recuerdos, que dejaron su huella grabada en el subconsciente. Fueron momentos de felicidad no olvidados, es cierto que concurrieron circunstancias grata e ingratas, las primeras mitigaron a las otras, permitiendo un desarrollo personal, que en un futuro serviría de trampolín para un posterior reconocimiento.
Mi pueblo, pueblo de labriegos, ha ofrecido por la “huella del arado” el sustento de sus gentes, personas que quisieron y supieron sacar a su “piel” el barrido justo, con su sudor y trabajo. La sementera y aventado en la preparación y recogida del grano, todo un proceso arduo en base a poder percibir la compensación tras el esfuerzo.
Durante la recolección de la aceituna, las cuadrillas, en su mayoría compuestas de mujeres y hombres, al despertar la mañana marchaban “eufóricas y agradadas”, a sabiendas del posible día frío y agotador que se les avecinaba. El “don de gentes”, la risa constante y las pequeñas anécdotas, eran las notas mas características.
Su idea del trabajo, era la necesidad apremiante de subsistir y la buena aceptación de las circunstancias, una meta prevista y compartida. Sus raíces, las gentes y el entorno, un complemento de su cultura, en una palabra, la nota verdadera a su autenticidad.
Brazatortas está ahí, ligado a Sierra Morena. Es sencillo, atractivo, sutil y fiel a sus gentes, pero lo más significativo es que continua vivo. Sus niños aún juegan en la plaza pública ubicada en el centro de la localidad, los adultos y ancianos celebran las partidas de cartas intercambiando frases sueltas, los pájaros cantan al amanecer, la torre de la iglesia denota con el repicar de sus campanas a misa y los corazones sienten el despertar de un nuevo día, que les anuncia que su pueblo, Brazatortas, permanece latente y subsiste al tiempo y al desgaste.
22/05/95
Juan de Mata Sánchez Aragón