José espero te guste este artículo, que desarrollé en su momento, son las pequeñas cosas que en ocasiones, me gusta plasmar en el papel.
Me miro al espejo y me observo. Rápidamente noto una presencia material y asumo como propia la identificación, creo saber que es mi realidad, mi reflejo. Siento a través de ella “una resonancia profunda”, la conciencia del ser y estar, en definitiva mi “yo-real”.
Esta escena se produce en ocasiones, al mismo tiempo mi mente es invalidada por las infinitas preguntas que de forma continuada afloran al exterior. En mi subconsciente con tono silencioso se va almacenando todos los ajustes y desajustes de este complejo mecanismo que es el cerebro, y las ideas tanto conscientes como incoscientes, presentan su tarjeta de identidad.
La vida tal y como se nos presenta, llena de vicisitudes en ocasiones, otras con carisma muy distinto, son el escenario habitual de nuestro entorno, nosotros como simple actores de la obra participamos de ella, sin comprender el guión cumple con las pautas establecidas y todo falso movimiento deliberado por parte nuestra, es tan solo la consecuencia de una correlación accidental y por supuesto adverso a nuestra errónea identidad y individualización.
Las páginas corren unas tras las otras, sin perder el autocontrol natural y las secuencias se suceden bajo un orden dispuesto. Todo desajuste es liberado y controlado hasta el final y los módulos de flexibilidad son característicos y anecdóticos con un seguimiento ordenado dentro de la comedia y su trayectoria.
La presencia del “yo”, como sujeto en el calendario, solo nos aporta un fundamento egocéntrico de falta titularidad, ante la imagen formada, sin que transcienda la causa verdadera, en el reconocimiento de cada uno de nosotros y la real participación.
Mi corazón está triste, cargado de cierta nostalgia y mi mente siente impotencia y nota debilidad, creo entender mi posición, nuestras metas y su resultado final. No conocemos la dirección particular de cada uno y esta es nuestra ventaja, pero tampoco podemos cambiar esta filosofía, como pauta del comportamiento individual o colectivo.
La vida es un escenario, el teatro encierra el conjunto. Nosotros somos elementos vivos, los que damos forma al guión, pero es cierto, que el principio de cada uno, fue impreso antes de comenzar. Solo somos expectadores de su proceso final, y es por ello, que lo debemos asumir y aceptar.
4/04/96.
Juan de Mata Sánchez Aragón.
Me miro al espejo y me observo. Rápidamente noto una presencia material y asumo como propia la identificación, creo saber que es mi realidad, mi reflejo. Siento a través de ella “una resonancia profunda”, la conciencia del ser y estar, en definitiva mi “yo-real”.
Esta escena se produce en ocasiones, al mismo tiempo mi mente es invalidada por las infinitas preguntas que de forma continuada afloran al exterior. En mi subconsciente con tono silencioso se va almacenando todos los ajustes y desajustes de este complejo mecanismo que es el cerebro, y las ideas tanto conscientes como incoscientes, presentan su tarjeta de identidad.
La vida tal y como se nos presenta, llena de vicisitudes en ocasiones, otras con carisma muy distinto, son el escenario habitual de nuestro entorno, nosotros como simple actores de la obra participamos de ella, sin comprender el guión cumple con las pautas establecidas y todo falso movimiento deliberado por parte nuestra, es tan solo la consecuencia de una correlación accidental y por supuesto adverso a nuestra errónea identidad y individualización.
Las páginas corren unas tras las otras, sin perder el autocontrol natural y las secuencias se suceden bajo un orden dispuesto. Todo desajuste es liberado y controlado hasta el final y los módulos de flexibilidad son característicos y anecdóticos con un seguimiento ordenado dentro de la comedia y su trayectoria.
La presencia del “yo”, como sujeto en el calendario, solo nos aporta un fundamento egocéntrico de falta titularidad, ante la imagen formada, sin que transcienda la causa verdadera, en el reconocimiento de cada uno de nosotros y la real participación.
Mi corazón está triste, cargado de cierta nostalgia y mi mente siente impotencia y nota debilidad, creo entender mi posición, nuestras metas y su resultado final. No conocemos la dirección particular de cada uno y esta es nuestra ventaja, pero tampoco podemos cambiar esta filosofía, como pauta del comportamiento individual o colectivo.
La vida es un escenario, el teatro encierra el conjunto. Nosotros somos elementos vivos, los que damos forma al guión, pero es cierto, que el principio de cada uno, fue impreso antes de comenzar. Solo somos expectadores de su proceso final, y es por ello, que lo debemos asumir y aceptar.
4/04/96.
Juan de Mata Sánchez Aragón.