Ofertas de luz y gas

CABEZARRUBIAS DEL PUERTO: LOS MAESTROS EN CABEZARRUBIAS DEL PUERTO: No defraudaron...

LOS MAESTROS EN CABEZARRUBIAS DEL PUERTO: No defraudaron
Por Grana y Oro [ 01/08/2006 ] www.opinionytoros.com

Pocas veces se puede apreciar tanto arte en un festejo de toros. Tuvo que ser en Cabezarrubias del Puerto donde esa magia fluyera de los capotes y muletas de tres grandes artistas de nuestro tiempo, aunque ellos lleven años toreando. Gregorio Tébar “El Inclusero”, Carlos Escolar “Frascuelo” y Antonio Sánchez Puerto, ¡casi ná! el cartel que componían el festejo. Además estuvieron acompañados de un joven novillero, Rafael Castellanos.
Según el escritor italiano Arturo Graf: “El que en un arte ha llegado a maestro puede prescindir de las reglas”. Y en la tarde del sábado había tres maestros en el ruedo. Que a pesar de ser maestro no prescindieron de las reglas. Hicieron el toreo con ortodoxia y clasicismo. Tal como ellos lo sienten. Con una naturalidad y pureza impropias del toreo actual. Ese regusto con el que cogen el percal y la franela y lo mecen. En sus manos parece otra cosa. Es un toreo distinto, diferente, dispar... En resumidas cuentas, otro estilo.
Expectación ante el festival
Siempre se ha dicho corrida de expectación, corrida de decepción. Pero no hubo tal decepción en esta ocasión porque los toreros lo dieron todo para que el respetable saboreara el regusto de la torería. El verdadero aficionado que se acercó hasta Cabezarrubias del Puerto pudo llevarse grabado en la retina retazos de arte de los tres maestros de la tauromaquia. Los novillos fueron los que se desmarcaron un poco y hubo alguno que se resistió a que el lucimiento de su lidiador fuera el idóneo. Pero en general se consiguió lo que todos esperaban, ver el toreo puro y que los toreros salieran por la puerta grande cortando el rabo en un festival que quedará para los anales de la historia. Tanto jóvenes como veteranos quisieron disfrutar de una tarde de toros donde el arte y la pureza estaban garantizados.
Del cartel anunciado para este año con motivo de la festividad de San Pantaleón sólo había visto a dos de los toreros que actuaban. Al que más veces he visto torear ha sido a Antonio Sánchez Puerto. Su toreo desde un principio me cautivó. Desde enero que se formó el cartel me habían hablado muy bien de El Inclusero y de Frascuelo. A Gregorio Tébar pude verlo en Alicante y, aunque no tuvo suerte con su lote, me dejó en la retina un saludo capotero que fue la satisfacción que me traje a mi tierra. A Frascuelo era la primera vez que lo veía torear. Pero me sedujo su forma de lancear a la verónica y sus trincherillas. Tampoco había visto al novillero delante de un novillo, pero supo estar ante sus compañeros del cartel.
Los aficionados
Qué distinta se ve una tarde de toros cuando estas rodeado de gente que entiende y no de la que solo va a pasar el rato. En definitiva, los buenos aficionados mientras que los toreros están toreando, están callados observando todo lo que acontece en el albero, dispuestos a manifestarse si llega la ocasión. Pero el que simplemente va a la plaza a pasar el rato con los amigos no para de hacer comentarios, a veces fuera de lugar. La tarde daba mas para estar esperanzado que para hacer ese tipo de comentarios, pues era mucho lo que se vislumbraba que podía suceder. Ilusión en las miradas ante el acontecimiento que se estaba presenciando. Silencios y silencios rotos con los sonidos del olé y la admiración. Alguien, el gracioso que nunca falta, comentó en el paseíllo que si los diestros se habían bajado de un autobús del Inserso, pero tras lo visto le quedó claro que esos autobuses de quienes van siempre llenos, por su actitud en la plaza, son de otros que ocupan puestos cimeros en el escalafón. Buena lección para los menos enterados.
El arte por el arte
Con lo que me quedo para el recuerdo de ese día, un gran día, es con la última tanda de naturales y su quietud toreando a pies juntos que dio Gregorio Tébar “El Inclusero” y con las verónicas y las trincheras de Carlos Escolar “Frascuelo”. De Antonio Sánchez Puerto la pureza por ambos pitones con la muleta y esas verónicas de inicio. Del joven Rafael Castellanos, algunos detalles con la muleta. Y, para fotografiar el recuerdo, la imagen de los cuatro a hombros atravesando la puerta grande.
Este tipo de carteles se deberían ver con más frecuencia en los cosos españoles ¿y por qué no en todo el mundo?, anímense. Esa esencia del toreo no la disfrutamos muy a menudo. Y la juventud debe ver a estos toreros para comparar entre los de antes y los de ahora. No me cabe duda de que admirarían como lo hago yo a estos veteranos maestros por mostrarnos una forma tan diferente de torear. Y sin embargo, el ser diferente no significa que esté pasada de moda. Nada de eso. El toreo no pasa de moda. El toreo es eterno. Y el que ejecutan estos tres caballeros, además de toreros, es el toreo con el que han crecido nuestros abuelos y nuestros padres. Es la herencia que nos han dejado y la que debemos conservar. Que el arte vuelva a fluir, cada día de toros, como lo hizo en Cabezarrubias del Puerto este sábado de gloria. El toreo en sus manos es gloria bendita.