Cuando Tere, la de la
calle Ancha me dijo que se marchaba del
Corral, el corazón se me rompió en pedazos.
Nunca lo hubiera imaginado, cuantas veces la acompañé a la
Virgen de La Paz a pedir un deseo, después me preguntaba que es lo que había pedido. Nunca se lo decía.
Siempre pedía lo mismo, que me diera fuerza la Virgen, para decirle lo que sentía por ella.
Había tardado demasiado tiempo y ahora ya era tarde.
Pasados unos días volví a visitar a la Virgen de La Paz, la cuesta se me hizo eterna,
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