
La plaza de Corral de Calatrava, siempre había tenido un atractivo especial para mí, recia y clara como las gentes de mi pueblo. Desde allí podía divisar la ventana de la Escuela donde estaba Tere la de la calle ancha, las horas parecían eternas esperando ver salir a aquella manchega, morena de pelo largo y labios ardientes; sus ojos castaños iluminaban las noches cálidas de verano, de aquel pueblo que no puedo olvidar, amable, sereno y fraternal.
¡Que podría decir yo del Corral!
¡Que podría decir yo del Corral!