Los conceptos autoridad, dominación-dominio y poder son conceptos importantes.
Dos tesis: la primera es que el poder es imprescindible, no podemos renunciar a él; la segunda tesis quiere ser más propositiva: si hay crisis de autoridad y de poder, qué debemos hacer frente a esta crisis.
La autoridad tiene que ver con una relación de superioridad entre personas, porque una de ellas le reconoce a la otra una superioridad intelectual o moral, basada fundamentalmente en la sabiduría. No es meramente la autoridad un dominio, una pericia, una habilidad o el uso de la razón instrumental para encontrar medios, sino que se trata de saber escoger medios que sean idóneos para fines buenos.
La autoridad es reconocida. Esta misma palabra nos ayuda a entender porque reconocer significa «conocer que el otro tiene un reconocimiento y una valía moral». El reconocimiento implica que yo doy al otro una confianza para que haga un servicio de indicar hacia dónde ir. Y, si adónde hay que ir, es el bien común, esto aleja la autoridad del autoritarismo.
Esta autoridad basada en la confianza, que supone reconocimiento, es fundamentalmente una cuestión de legitimidad, de dotar a la autoridad de razón de ser. Es también una cuestión de responsabilidad por parte del superior; es hacerse cargo, cargar con la realidad, como decía Ellacuría.
El concepto de dominio-dominación alude al abuso del poder. No hay una superioridad basada en el reconocimiento y la confianza, sino una relación de dueño y esclavo. No hay servicio público, sino interés corporativista; hay Leviatán, hay Hobbes.
Si el poder se alía con la confianza, tendremos autoridad y reconocimiento. Si el poder se alía con la autoridad, tendremos liberación, responsabilidad y altruismo. Si se alía con la dominación, tendremos abuso de poder, explotación y alienación, porque el otro se convierte en un medio a mi servicio.
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