DE COMO EL HOYO SE CONVIRTIO EN EL POZO.
Erase una vez un pueblo pequeño, pero muy muy bonito, con sus gentes, pocas, pero muy muy trabajadoras; cada una a sus labores, a la siembra, a los pinos, a la huerta, en fin a sacar la family adelante. Pequeñas y grandes historias, rencillas, dimes y diretes, siempre existieron entre éstas gentes, buenas gentes en general y ningún "malo" en particular.
La vida fue rodando, rodando, y el pueblo creciendo, al igual que sus gentes, sus historias y sus rencillas. Pero todos eran buenos, buenos vecinos, que se ayudaban y se criticaban cada día más y mejor, se convirtieron en hipócritas titulados, con una herramienta sofisticada y de última generación entre sus manos, "la pintura en spray", lo que hizo más emocionante el día a día de éstas gentes, que se levantaban cada mañana, sabiendo quienes eran y como se llamaban, pero sin saber, como les llamarían "los nuevos valientes de la pintura a color".
Nota: En apoyo a ANGEL MANUEL ROMERO RODRIGO
Erase una vez un pueblo pequeño, pero muy muy bonito, con sus gentes, pocas, pero muy muy trabajadoras; cada una a sus labores, a la siembra, a los pinos, a la huerta, en fin a sacar la family adelante. Pequeñas y grandes historias, rencillas, dimes y diretes, siempre existieron entre éstas gentes, buenas gentes en general y ningún "malo" en particular.
La vida fue rodando, rodando, y el pueblo creciendo, al igual que sus gentes, sus historias y sus rencillas. Pero todos eran buenos, buenos vecinos, que se ayudaban y se criticaban cada día más y mejor, se convirtieron en hipócritas titulados, con una herramienta sofisticada y de última generación entre sus manos, "la pintura en spray", lo que hizo más emocionante el día a día de éstas gentes, que se levantaban cada mañana, sabiendo quienes eran y como se llamaban, pero sin saber, como les llamarían "los nuevos valientes de la pintura a color".
Nota: En apoyo a ANGEL MANUEL ROMERO RODRIGO