HOMENAJE A CARLOS
"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla // y un huerto claro donde madura el limonero..." Antonio Machado
Todos tenemos recuerdos de nuestra infancia, los míos están enmarcados en mi "patria chica", mi aldea, con su entrada entre dos cerros, La Cabañuela y la Era del Cerro, por medio, serpenteante, la carretera entre pizarra y eucaliptos, y como testigo mudo, el Peñón de la Asomadilla. Pronto se llegaba a sus calles empedradas, fuentes y regueras por doquier y aquella plaza con sus tres acacias, donde jugábamos a los Santos, Bote-Bote, Pídola, Mosca... Poco queda ya de aquellas casas humildes de cal y almagra, en sus portales, siempre presentes, la cantarera y los botijos con agua fresca, bajo las chimeneas, en torno al fuego, las mecedoras, las sillas bajas de enea y los posaderos, esperando a todos y cada uno de los miembros de la casa e invitando al refugio y al descanso después de las duras tareas cotidianas, al fondo, los corrales de tapias de barro o muros de adobes coronados de albardillas, albergando gallineros, zahurdas, cuadras y pajares, aquella pequeña granja que formaba parte del sustento familiar.
Qué recuerdos de aquellas noches oscuras como la boca de un lobo, salpicado el pueblo de luces de candiles, carburos, lámparas de butano y linternas, aquel manto negro que parecía un campo de luciérnagas, o aquellas noches de luna llena en donde todo se dibujaba de sombras y perfiles. También recuerdo aquellos temporales de agua, lloviendo sin cesar días y días con sus noches (así lo recordaban literalmente los mayores), inundando ríos, arroyos, regueras y cunetas, ahora se echan más de menos con los largos períodos de sequía que sufrimos.
Mi infancia son recuerdos de aquel rincón recóndito que fue mi cuna, rodeado de monte alto y bajo, de encinas y de jaras, de arroyos corriendo entre las adelfas y los zarzales, nunca olvidaré a aquellos escenarios y aquellos actores, de regantes enzarzados y huertos, de furtivos y venados, de segadores, trillos y eras, de pineros y de pinos, de carnavales y miedos, de aguinaldo y pandereta, de monaguillos y procesiones, de verano y baños en las albercas, de romerías de San Isidro en la Casa de la Paja y de fiestas de San Juan en la plaza, de sonidos de vida en casas, calles y campos y de silencios de siesta y misas dominicales.
Carlos, mi infancia fue tu infancia, cualquiera de los dos podíamos haberlo escrito.
Siempre en el recuerdo
Tu amigo
SABAS
"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla // y un huerto claro donde madura el limonero..." Antonio Machado
Todos tenemos recuerdos de nuestra infancia, los míos están enmarcados en mi "patria chica", mi aldea, con su entrada entre dos cerros, La Cabañuela y la Era del Cerro, por medio, serpenteante, la carretera entre pizarra y eucaliptos, y como testigo mudo, el Peñón de la Asomadilla. Pronto se llegaba a sus calles empedradas, fuentes y regueras por doquier y aquella plaza con sus tres acacias, donde jugábamos a los Santos, Bote-Bote, Pídola, Mosca... Poco queda ya de aquellas casas humildes de cal y almagra, en sus portales, siempre presentes, la cantarera y los botijos con agua fresca, bajo las chimeneas, en torno al fuego, las mecedoras, las sillas bajas de enea y los posaderos, esperando a todos y cada uno de los miembros de la casa e invitando al refugio y al descanso después de las duras tareas cotidianas, al fondo, los corrales de tapias de barro o muros de adobes coronados de albardillas, albergando gallineros, zahurdas, cuadras y pajares, aquella pequeña granja que formaba parte del sustento familiar.
Qué recuerdos de aquellas noches oscuras como la boca de un lobo, salpicado el pueblo de luces de candiles, carburos, lámparas de butano y linternas, aquel manto negro que parecía un campo de luciérnagas, o aquellas noches de luna llena en donde todo se dibujaba de sombras y perfiles. También recuerdo aquellos temporales de agua, lloviendo sin cesar días y días con sus noches (así lo recordaban literalmente los mayores), inundando ríos, arroyos, regueras y cunetas, ahora se echan más de menos con los largos períodos de sequía que sufrimos.
Mi infancia son recuerdos de aquel rincón recóndito que fue mi cuna, rodeado de monte alto y bajo, de encinas y de jaras, de arroyos corriendo entre las adelfas y los zarzales, nunca olvidaré a aquellos escenarios y aquellos actores, de regantes enzarzados y huertos, de furtivos y venados, de segadores, trillos y eras, de pineros y de pinos, de carnavales y miedos, de aguinaldo y pandereta, de monaguillos y procesiones, de verano y baños en las albercas, de romerías de San Isidro en la Casa de la Paja y de fiestas de San Juan en la plaza, de sonidos de vida en casas, calles y campos y de silencios de siesta y misas dominicales.
Carlos, mi infancia fue tu infancia, cualquiera de los dos podíamos haberlo escrito.
Siempre en el recuerdo
Tu amigo
SABAS