HOMENAJE A CARLOS
Alguna vez leí que "cuando uno sacude el cajón de los recuerdos son los recuerdos los que terminan sacudiéndole a uno..." y es que son doce años ya que nos dejaste, doce años y parece que fue ayer, el destino te tenía reservado vivir prematuramente "al otro lado", donde tantos y tantos de los nuestros también están ya. Doce años ya que tuvimos que aprender a vivir sin ti, sin tu presencia, sin tu media sonrisa, sin tu comentario irónico con toque de humor, sin tu generosidad (cuando íbamos a tu casa, lo tuyo era de todos)... Pero un día te fuiste sin previo aviso, sin despedidas ni abrazos, en silencio..., Miguel Hernández diría "no perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada".
Hoy, doce años después, bien se puede decir que nuestra generación se encuentra "ligera de equipaje, casi desnuda, como los hijos de la mar" como decía Antonio Machado refiriéndose a la última etapa de su vida, despojado de la maleta de los sueños e ilusiones que un día fuimos portadores y hoy portan nuestros hijos y las nuevas generaciones. Mario Benedetti definía perfectamente el devenir de la vida en torno a la muerte, determinando las diferentes etapas, esto es, "cuando éramos niños la muerte no existía, después, cuando muchachos, la muerte era solamente una palabra, seguidamente, cuando nos casamos, era la muerte de los otros y ya de veteranos damos alcance a la verdad, la muerte empieza a ser la nuestra".
Hoy, Carlos, nuestra generación empieza a ubicarse en esta última etapa a la que hacían alusión tanto Machado como Benedetti, a los supervivientes de esta larga travesía, el motor que nos hace seguir adelante es el gran tesoro de los recuerdos, repasar nuestra historia con frecuencia para que nunca caiga en el olvido.
Siempre en el recuerdo
Tu amigo
SABAS
Alguna vez leí que "cuando uno sacude el cajón de los recuerdos son los recuerdos los que terminan sacudiéndole a uno..." y es que son doce años ya que nos dejaste, doce años y parece que fue ayer, el destino te tenía reservado vivir prematuramente "al otro lado", donde tantos y tantos de los nuestros también están ya. Doce años ya que tuvimos que aprender a vivir sin ti, sin tu presencia, sin tu media sonrisa, sin tu comentario irónico con toque de humor, sin tu generosidad (cuando íbamos a tu casa, lo tuyo era de todos)... Pero un día te fuiste sin previo aviso, sin despedidas ni abrazos, en silencio..., Miguel Hernández diría "no perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada".
Hoy, doce años después, bien se puede decir que nuestra generación se encuentra "ligera de equipaje, casi desnuda, como los hijos de la mar" como decía Antonio Machado refiriéndose a la última etapa de su vida, despojado de la maleta de los sueños e ilusiones que un día fuimos portadores y hoy portan nuestros hijos y las nuevas generaciones. Mario Benedetti definía perfectamente el devenir de la vida en torno a la muerte, determinando las diferentes etapas, esto es, "cuando éramos niños la muerte no existía, después, cuando muchachos, la muerte era solamente una palabra, seguidamente, cuando nos casamos, era la muerte de los otros y ya de veteranos damos alcance a la verdad, la muerte empieza a ser la nuestra".
Hoy, Carlos, nuestra generación empieza a ubicarse en esta última etapa a la que hacían alusión tanto Machado como Benedetti, a los supervivientes de esta larga travesía, el motor que nos hace seguir adelante es el gran tesoro de los recuerdos, repasar nuestra historia con frecuencia para que nunca caiga en el olvido.
Siempre en el recuerdo
Tu amigo
SABAS