LA ESPIRAL DEL MIEDO SE ROMPIÓ EN GRECIA.
OPERACIÓN CAPITALISTA POR UNA POLÍTICA BASADA EN DESREGULACIÓN, PRIVATIZACIÓN Y DEBILITAMIENTO DEL PODER DE LA CLASE TRABAJADORA.
El miedo a perder algo se pierde cuando ya todo se ha perdido...
El autor sostiene que no sólo es perverso que el empobrecimiento de las personas, muchas a niveles de miseria, sea necesario para que funcionen los mercados y sus beneficiarios, sino que es falso.
Enrique Martínez Flórez 31 ENE 2015 - 17:27 CET
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Grecia
País Vasco
Balcanes
España
Europa sur
Crisis deuda europea
Troika
Rescate financiero
Comisión Europea
BCE
FMI
Crisis financiera
Bancos
UE
Organizaciones internacionales
ANÁLISIS
No es la primera vez que traigo a colación la famosa doctrina del capitalismo del shock de Naomi Klein que ya en 2007, fecha de publicación de su famoso libro, permite explicar lo ocurrido en Grecia desde 2009. Simplificando, la tesis de la autora canadiense es la siguiente: ante una catástrofe natural, política financiera, real o ficticia, los capitales, según la doctrina del neoliberalismo de Hayek, Schumpeter y Friedman, (formuladas por este último) han de aprovechar el miedo natural, automático o inducido para hacer tabla rasa de lo que hay e implantar una política basada en desregulación, privatización y debilitamiento del poder de la clase trabajadora. Grecia, igual que lo fueron Chile y Argentina en los setenta son ejemplos de manual. → Continúa en pág. 2
Los sucesivos rescates han sido duros, humillantes, torturadores, hasta el punto de haber sido calificados por Timothy Geitner que fue secretario del Tesoro como “rescates no económicos sino punitivos”. Pero hete aquí que el pasado domingo la espiral del miedo se rompió, probablemente porque el miedo a perder algo se pierde cuando ya todo se ha perdido; dicho más claramente, cuando todo se ha perdido ya qué miedo puede haber, queda sólo el valor de la desesperación. Si un pueblo ha sabido ya reconocer su propia pobreza, cuando no miseria, y gran parte del mismo ha perdido el miedo, las estrategias que tienen en éste su base devienen en ineficaces. Y no sólo lo digo por las utilizadas en la campaña electoral sino por la creciente escalada de invocación al miedo subsiguiente a conocer el resultado electoral. Incluso la interpretación maquiavélica de la política de austeridad se ha revelado falsa. No sólo no es admisible que el fin, la recuperación económica, justifica los medios, el empobrecimiento y sufrimiento de millones de ciudadanos, sino que el fin no se ha logrado. Lo importante es que el nuevo gobierno pueda construir un Estado que consiga establecer un sistema fiscal justo y eficaz"
Para justificar esta última afirmación basta con acudir a los objetivos que los sucesivos memorandos fijaban para las medidas que en ellos se imponían al Gobierno griego: en cuanto al desempleo, 12 %, cifra actual superior al 23; en cuanto a la deuda 137 % sobre el PIB, cifra actual 175 %; disminución del PIB 5,2 %, cifra actual 25 %. En resumen, todo un éxito de las políticas de recorte y ajuste. No sólo es perverso que el empobrecimiento de las personas, muchas a niveles de miseria, sea necesario para que funcionen los mercados y sus beneficiarios, sino que es falso. Sí parece ser cierto que el sufrimiento de muchas personas es preciso para el enriquecimiento obsceno de unos pocos. Y a partir de ahora ¿qué? Pues bueno, en primer lugar quiero señalar que las medidas inmediatas tomadas, que suelen ser las más reveladoras de una falsa política y las más avanzadas en una dirección u otra, no han sido la nacionalización de la banca, la colectivización de los grandes medios de producción y ni siquiera la restricción al movimiento de capitales.
OPERACIÓN CAPITALISTA POR UNA POLÍTICA BASADA EN DESREGULACIÓN, PRIVATIZACIÓN Y DEBILITAMIENTO DEL PODER DE LA CLASE TRABAJADORA.
El miedo a perder algo se pierde cuando ya todo se ha perdido...
El autor sostiene que no sólo es perverso que el empobrecimiento de las personas, muchas a niveles de miseria, sea necesario para que funcionen los mercados y sus beneficiarios, sino que es falso.
Enrique Martínez Flórez 31 ENE 2015 - 17:27 CET
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No es la primera vez que traigo a colación la famosa doctrina del capitalismo del shock de Naomi Klein que ya en 2007, fecha de publicación de su famoso libro, permite explicar lo ocurrido en Grecia desde 2009. Simplificando, la tesis de la autora canadiense es la siguiente: ante una catástrofe natural, política financiera, real o ficticia, los capitales, según la doctrina del neoliberalismo de Hayek, Schumpeter y Friedman, (formuladas por este último) han de aprovechar el miedo natural, automático o inducido para hacer tabla rasa de lo que hay e implantar una política basada en desregulación, privatización y debilitamiento del poder de la clase trabajadora. Grecia, igual que lo fueron Chile y Argentina en los setenta son ejemplos de manual. → Continúa en pág. 2
Los sucesivos rescates han sido duros, humillantes, torturadores, hasta el punto de haber sido calificados por Timothy Geitner que fue secretario del Tesoro como “rescates no económicos sino punitivos”. Pero hete aquí que el pasado domingo la espiral del miedo se rompió, probablemente porque el miedo a perder algo se pierde cuando ya todo se ha perdido; dicho más claramente, cuando todo se ha perdido ya qué miedo puede haber, queda sólo el valor de la desesperación. Si un pueblo ha sabido ya reconocer su propia pobreza, cuando no miseria, y gran parte del mismo ha perdido el miedo, las estrategias que tienen en éste su base devienen en ineficaces. Y no sólo lo digo por las utilizadas en la campaña electoral sino por la creciente escalada de invocación al miedo subsiguiente a conocer el resultado electoral. Incluso la interpretación maquiavélica de la política de austeridad se ha revelado falsa. No sólo no es admisible que el fin, la recuperación económica, justifica los medios, el empobrecimiento y sufrimiento de millones de ciudadanos, sino que el fin no se ha logrado. Lo importante es que el nuevo gobierno pueda construir un Estado que consiga establecer un sistema fiscal justo y eficaz"
Para justificar esta última afirmación basta con acudir a los objetivos que los sucesivos memorandos fijaban para las medidas que en ellos se imponían al Gobierno griego: en cuanto al desempleo, 12 %, cifra actual superior al 23; en cuanto a la deuda 137 % sobre el PIB, cifra actual 175 %; disminución del PIB 5,2 %, cifra actual 25 %. En resumen, todo un éxito de las políticas de recorte y ajuste. No sólo es perverso que el empobrecimiento de las personas, muchas a niveles de miseria, sea necesario para que funcionen los mercados y sus beneficiarios, sino que es falso. Sí parece ser cierto que el sufrimiento de muchas personas es preciso para el enriquecimiento obsceno de unos pocos. Y a partir de ahora ¿qué? Pues bueno, en primer lugar quiero señalar que las medidas inmediatas tomadas, que suelen ser las más reveladoras de una falsa política y las más avanzadas en una dirección u otra, no han sido la nacionalización de la banca, la colectivización de los grandes medios de producción y ni siquiera la restricción al movimiento de capitales.