La Garganta nació cuando la Sociedad Minero-Metalúrgica Peñarroya (mas conocida por Peñarroya a secas), absorbió en 1908 la Nueva Sociedad de Las
Minas del Horcajo, en cuya propiedad figuraba una
finca de 6919 hectáreas donde no existía posibilidad de explotación minera; Peñarroya decidió conservarla y la completó adquiriendo otras
fincas colindantes hasta llegar a 15600 hectáreas que abarcaba terrenos de los términos de Almodovar del
Campo y
Brazatortas y a la que se dio en llamar La Garganta. En 1912 se emprendió el ordenamiento forestal de la finca, dirigida personalmente por Frederic Ledoux. Se repobló con eucaliptos en las zonas de suelo menos favorecido y las zonas de cultivo se roturaron con máquinas de vapor desconocidas en la comarca. Al mismo tiempo se trazaron
caminos, se levantaron viviendas, se construyó el
pantano para implantar sistemas de riego y abastecer a la población etc... para convertirla en una explotación agroforestal modélica. En 1914 se creó una
fabrica textil, dedicada a fabricar sacos para envasar abonos orgánicos y una maderera para explotar la abundancia forestal. Estas
fábricas fueron vendidas en el año 1928, cuando la reciente Guerra Mundial y el progresivo agotamiento de los filones mineros fueron sumergiendo a Peñarroya en una crisis de la que no conseguiría salir, aunque todavía permaneció en la zona por muchos años. En 1968, la empresa cedió al Patrimonio Forestal (antiguo ICONA) 3285 hectáreas y algunos años mas tarde se traspasó la finca restante a Villamagna SA, filial de Explosivos
Río Tinto, quien ya entonces se interesó exclusivamente por la actividad cinegética, aunque hubo un tímido intento por parte de algún
joven ingeniero agrónomo alemán de compaginar esa actividad con la agropecuaria que no consiguió salir adelante.