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LA GARGANTA: Pluky: Yo ya me he motivado lo suficiente y entro a...

Pluky: Yo ya me he motivado lo suficiente y entro a saco en este foro también.
En primer lugar un saludo para ti, para Isabelo y para mi amiga Rosa (bueno, también un saludo para los que no conozco).
Mis recuerdos de La Garganta son todos de la estación: por un lado, cuando iba en el tren de camino a Conquista para ir allí la escuela, pasaba cada día por la estación. Allí se subían en el tren otros dos niños que iban también a la escuela en Conquista. Sólo estoy segura del nombre de la niña, que era Aurelia, y su hermano era algo mayor que ella, no recuerdo bien si su nombre era José Luis... no recuerdo con claridad su segundo nombre... lo que sí recuerdo muy bien es que este niño era muy borde conmigo, me hacía "de rabiar", y yo siempre estaba enfadada con él y me caía fatal (si me estás leyendo, me disculpas, pero era así, jajaa). Sobre Aurelia recuerdo que era todo lo contrario, muy buena niña, muy agradable.
El siguiente recuerdo que tengo de La Garganta, también tiene como escenario la estación, pero por motivos muy diferentes: En aquéllos años, no sé por qué, había que ponerse inyecciones cada vez que te ponías mala. No recuerdo el motivo, pero sí que durante un tiempo (para mí muy largo, aunque en realidad no lo sería tanto) mis padres me llevaban a la estación de La Garganta a esperar a que viniera el practicante (D. Francisco, el mismo que hizo de comadrón para traerme al mundo). No sólo venían mis padres, sino también mi hermana y mis abuelos. Luego el practicante llegaba en la moto (me daba pánico sólo el oír a lo lejos el ruído de la moto, porque sabía lo que me esperaba: le tenía pánico a las inyecciones y me ponía histérica). Pero a lo que voy: que las inyecciones me las ponía D. Francisco EN LA SALA DE ESPERA DE LA ESTACIÓN DE LA GARGANTA. Un sitio "mu propio", jajjaaaa. Parece que lo estoy viendo haciendo el ritual de desinfectar la aguja en un pequeño recipiente ovalado, alargado y plateado. ¡Terror me daba!.
Pues estos son mis recuerdos de La Garganta: entrañables, jajaaa.