El origen físico de
La Solana fue una fortaleza con
torre vigía de probable origen musulmán que ocupaba las actuales
Plaza Mayor e
Iglesia de
Santa Catalina, fortaleza propiedad del Maestre Pedro Fernández de Castro, el cual la legó a su muerte a La Orden de Santiago, la cual la perdió ante los musulmanes en la Batalla de Alarcos, en 1195 y tras la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212 la recuperó definitivamente.
En cambio, los orígenes poblacionales de La Solana se relacionan con pastores de las comarcas de
Soria (año 1283), los cuales, tras la reconquista, bajaban el
ganado a las tierras cálidas del sur por la Cañada Real Soriana, la cual se sitúa a escasos kilómetros de la localidad. Con el tiempo, estos asentamientos se convirtieron en permanentes, dando lugar al primer origen de La Solana, la cual fue creciendo y evolucionando al mismo tiempo que la Orden
Militar de la que formó parte, la de Santiago, hasta convertirse en asentamiento continuo de población.
Esta primera población perteneció al
Campo de Montiel y su primera encomienda al municipio próximo de
Alhambra, hasta su posterior independencia.
La Solana, como todo el Campo de Montiel, perteneció a la Orden de Santiago. Sin embargo, la administración de dicha Orden cambió sustancialmente durante el reinado de los Reyes Católicos. Se suprimió la figura del maestre y su consejo, los propios reyes pasaron a ser "administradores perpetuos por licencia apostólica" y se creó un Consejo de Órdenes dependiendo de la Corona. Con ello se acabó con el desmesurado poder económico y militar de los maestres, que tanto habían intervenido en las disputas internas de la Corona; además se asemejó la propia administración del territorio a la de los demás de realengo, instituyéndose gobernadores y alcaldes mayores, que acercaron el gobierno y la administración de la justicia a las villas del Campo.
Villanueva de los Infantes, situada a 25 kilómetros de La Solana, fue elegida como sede de la gobernación del partido, relegándose a un segundo orden a la cabecera histórica y
medieval, Montiel, estancada en su crecimiento y alejada de las villas más pujantes:
Membrilla, La Solana, Villahermosa y La Torre de Juan Abad.
Hacia el siglo XVI la encomienda pasó al Marqués de Santa
Cruz, en cuyo periodo de gobierno se obtuvo el título de Villa, con el nombre de La Solana, el cual proviene de la simplificación de "La
Fuente de La Solana", nombre adoptadoinicialmente por la situación del
Pozo principal de la localidad en el lugar más soleado de la zona.
Posteriormente se produjeron hechos relevantes, como la llegada de los frailes Trinitarios Descalzos, en el siglo XVII, y de las Madres Dominicas Descalzas, los cuales fundaron sus respectivos
conventos.
La
historia moderna destaca por el llamado "Siglo de las hoces", el XX, convirtiéndose La Solana en el mayor núcleo de fabricación de estas herramientas, aunque con los avances tecnológicos esta actividad está en franca decadencia.
El
escudo de armas se compone un sol amarillo sobre fondo rojo, todo bajo el yelmo del Marqués de Santa Cruz.
El nombre procede, de un pozo denominado "La Fuente" que por su situación, en la parte más soleada al mediodía del asentamiento de la población, llegó a dar nombre a la misma: "La Fuente de La Solana" y de aquí, por simplificación, pasó a llamarse: "La Solana".
La Solana nace, como otras tantas villas manchegas,
fruto de la repoblación efectuada en el siglo XIII, alentada por las tres Órdenes
Militares a las que fue donado el territorio que hoy comprende la provincia de
Ciudad Real: Santiago, Calatrava y
San Juan. No es por lo tanto una villa antigua "ganada a los moros", ni aún de las primeras en fundarse en la primera mitad de dicho siglo, pues existe una creencia, afirmada en escritos locales antiguos, que dan la fecha de 1283 como principio del poblamiento. "Las Relaciones Topográficas de Felipe II" del año 1575 indican como causa del progresivo asentamiento de vecinos, la existencia de una torre fuerte de defensa ante posibles ataques de musulmanes. Dicha torre probablemente fue construida por la Orden de Santiago cuyo comendador desde 1440 hasta 1477 era mosén Diego de Villegas1 —hijo menor del merino mayor de Castilla, Ruy Pérez de Villegas II quien fuera el primer señor de Cóbreces, entre otros feudos— además de serlo de Alhambra2 y Trece de la orden. Es lógico pensar que se trate de la descrita en los Libros de Visitas de la Orden de los años 1468 y 1478, pues efectivamente coincidía su situación con la señalada en las Relaciones de Felipe II: donde hoy se asienta la actual torre de la Iglesia de Santa Catalina.
Las Descripciones del cardenal Lorenzana del año 1788 nos dicen que los primeros pobladores fueron pastores sorianos que acudían con sus rebaños estacionalmente y, atraídos por la fertilidad de las tierras de La Moheda y La Veguilla, colindantes con el núcleo histórico, mudaron sus
casas a este lugar iniciando la población. En el año 1463, según la doctora Ángela
Madrid Medina, se le concede el título de villa. En 1468 contaba con doscientos vecinos y, en 1575, 750 vecinos eran sus pobladores, con gran producción de vino, mayormente tinto, "afamado en los lugares comarcanos" a los que se exportaba. La vecina Membrilla, dicho año de 1575, contaba 1.000 vecinos y, en base a las arrobas de los diezmos, producía menos vino que La Solana, destacando, en cambio, por los productos de las
huertas situadas en la vega del
río Azuer, de las que se abastecía La Solana. Es posible que ese buen vino de Membrilla que bebiera Miguel de Cervantes, y que luego aparecerá en la surtida
bodega italiana de su Licenciado
Vidriera, fuera vino de La Solana.
En el siglo XVIII se produce llegada de los frailes Trinitarios Descalzos y de las Madres Dominicas Descalzas, los cuales fundaron sus respectivos conventos.
La historia moderna destaca por el llamado "Siglo de las hoces", el XX, convirtiéndose La Solana en el mayor núcleo de fabricación de estas herramientas, aunque con los avances tecnológicos esta actividad está en franca decadencia