LA SOLANA: Otra vez se me escapó el mensaje anterior mientras...

Otra vez se me escapó el mensaje anterior mientras lo escribía, porque la señal de "enviar mensaje" está muy cerca de cursor del texto y se le puede dar sin querer. Quizás sea mejor así, tal vez me estaba enrrollando demasiado con el tema del urbanismo, podría aburrirse Flor de Loto y compañía.
Alguien me ha dicho que cómo se me ha ocurrido poner lo de los toros sin rabo, que en la plaza de La Solana nunca se aceptaría que saliera al ruedo un toro sin ese apéndice, aunque sea poco probable que haya que dárselo a algún torero. Yo pido disculpas, lo cierto es que entiendo poco de tauromaquia, sólo sé eso de "parar, templar y mandar" a un toro bravo, noble y con casta, lo del trapío es secundario.
Pero es cierto, es cierto que los rabos no hay que menospreciarlos, leí en una ocasión una historia curiosa y divertida. Había un hombre humilde de oficio aguador, el burro con el que acarreaba los cántaros llenos de agua del vecindario, era su única propiedad. Un día, tentado por la fortuna, quiso probar en el juego si podía salir de aquel estado y condición o, al menos, mejorarla. Poco le duraron las monedas ahorradas y guardadas en la bolsa, que terminaron en manos ajenas. Entonces, como único capital disponible, siguió jugando empeñando partes del burro, primero la cabeza con el cuello, luego los cuartos delanteros y, finalmente, los cuartos traseros. Todo lo fue perdiendo sin remedio hasta llegar a la mayor postración, sin tener ningún medio que allegar para poder cambiar el signo de su suerte. Desesperado se encontraba, cuando se dio cuenta que faltaba por empeñar el rabo o cola del burro que, lógicamente, no pertenecía a ningún cuarto. Poco dinero le dieron por él pero, para asombro de todos sus compañeros de juego, la suerte del aguador cambió de dirección, recuperó todo lo perdido y aún ganó una buena cantidad de dinero.