LA SOLANA: Pues sí, amigo Octavio, todos queremos jugar, distraernos,...

Pues sí, amigo Octavio, todos queremos jugar, distraernos, entretenernos y disfrutar de la compañía de los demás, en una dimensión social cuyo fin es divertirse, pasar un rato agradable. Es necesario el juego para compensar las actividades rutinarias, impuestas, en las cuales poco podemos ganar o perder, y la ilusión tiene difícil acomodo. Los juegos cambian con los tiempos, ésta es la noche de San Juan y mientras escribo este mensaje ya no entran por la ventana abierta a la calle, los gritos, risas y cánticos de niños y jóvenes junto a las hogueras, como escuché siendo niño en La Solana. Era una viva tradición festiva, sobre todo en la España rural, la de las hogueras de San Juan; por todas partes de La Solana se veían encendidas al anochecer, con sus corros de personas alrededor y el ambiente festivo inundaba el pueblo. En las casas se preparaban barreños o palancanas con agua, en los que se echaba plantas aromáticas y pétalos de flores; como una ofrenda a la plenitud, la madurez del tiempo, pues no olvidemos que existe una clara identificación de la fiesta de San Juan con el solsticio de verano o, lo que es lo mismo, el llegar al día más largo del año y su consiguiente noche más corta. A partir de entonces los días empiezan a achicarse, las sombras a alargarse, se inicia un nuevo ciclo; por eso se celebra la plenitud, la madurez del tiempo, trasladada igualmente a la propia realidad personal, pues todos nos sentimos jóvenes en San Juan, en gozosa y compartida plenitud.

“Nubes por San Juan, quitan vino y no dan pan”, dicen los viejos labradores solaneros, porque, efectivamente, las nubes o tormentas por estas fechas suelen ser fuertes, aparatosas, lanzadoras del temido granizo que daña las viñas y, en cambio, el agua que pueden arrojar, ya no beneficia a los cereales (el pan) por haber completado su crecimiento.
“Una por San Juan y cien por navidad”, dicen también sobre las aceitunas, por lo difícil que resulta verlas en estas fechas entre las hojas de los olivos, siendo tan fácil observarlas en navidad.

¡Ah, noche de San Juan! Sirva la evocación como celebración:

“Vamos juntos como estamos
a coger mirtos y ramos,
y de las damas hagamos
una amorosa cadena.
Vamos a coger verbena,
poleo con hierba-buena.”

“Ya no me porné guirnalda
la mañana de San Juan,
pues mis amores se van”.

Lope de Vega:
“Ya no cogeré verbena
la mañana de San Juan,
pues mis amores se van.

Ya no cogeré verbena,
que era la hierba amorosa,
ni con la encarnada rosa
pondré la blanca azucena:
prados de tristeza y pena
sus espinos me darán;
pues mis amores se van.
Ya no cogeré verbena
la mañana de San Juan,
pues mis amores se van.”

El ciberespacio es un nuevo mundo donde cabe el juego, dices bien amigo Octavio, y la comunicación, la información, la expresión…y más cosas como el trabajo, la investigación, la economía, etc. Una dimensión de la realidad que se universaliza, y en la que es posible comunicarse con personas de lejanos países, leer sus escritos, escuchar sus voces y ver sus imágenes.
Ví, siguiendo tu recomendación, algunos videos de Hala Gorani en Youtube, resulta más agradable que su inexpresivo y “acartonado” compañero. Veo poco la televisión en España, cada vez menos, alguna noche antes de acostarme la enciendo buscando algo de distracción pero los informativos me aburren, como las películas, acabo viendo algunos minutos de fútbol internacional, de Odissea o Canal Historia.
Algunas presentadoras de informativos parecen personajes inocentes, que nunca han roto un plato, seres dulces y angelicales que están puestos enfrente de la cámara a la fuerza, por desconocidas circunstancias, y que no tienen ninguna relación con lo que dicen, ni lo comprenden ni les importa. Conocí a una de esas reporteras televisivas cuando vivía en Madrid, Estrella Moreno, no era y creo que sigue sin serlo, de las sentadas junto a la mesa de los informativos, sino de las de calle y entrevistas micrófono en ristre, una andaluza cabal que contagiaba alegría de vivir.

La multitud empuñando el móvil con su cámara, se ha convertido en el nuevo registrador de la realidad, de lo que ocurre en la calle, de lo bueno y lo malo. Todos podemos convertirnos en periodistas en el ciberespacio, hacer crónicas y colocar imágenes y videos pero…. ¿a alguien le interesará lo que hagamos? ¡Saludos, Octavio!