¡Saludos, Octavio! Interesante tu traslado periodístico, la lengua española es un tema de interés para los que nos expresamos y comunicamos con ella, por este mundo virtual. Tengo amigos cibernéticos en muchos países americanos, desde los Estados Unidos hasta Argentina, y en este foro escribió la sin par Olga Lazarenko, solanera de adopción y bielorrusa de nacimiento, expresándose en la lengua de Cervantes adornada con localismos de este pueblo; la echamos de menos, es posible que pronto la veamos paseando por la calle de La Carrera. Por cierto, la semana próxima actúa en el tradicional festival internacional de folclore de Ciudad Real, un grupo bielorruso, además de otros de Dhaguestán, Benin, Venezuela, Montenegro…y el veterano Mazantini.
Este grupo folclórico de la capital de la provincia, Mazantini, debe su nombre a un amante del folclore que llevó ese apodo en vida, en memoria de un famoso torero; fue un hombre humilde, nacido en Daimiel, sin estudios pero con sensibilidad para el folclore tradicional. Estuvo en La Solana en alguna ocasión, con su carro tirado por una mula, hará ya quizás 60 o 70 años, para vender sus mercancías y, de paso, conocer las versiones solaneras de las tradicionales seguidillas: las torrás y las boleras. En Ciudad Real creó una academia de folclore que germinó con el grupo que lleva su nombre.
Tiempos aquellos los del folclorista Mazantini, en los que se cantaban y contaban aún viejos romances, canciones y cuentos tradicionales, en los patios, el trabajo, las calles o al amor de la lumbre.
En La Solana Mazantini, si entró al pueblo por la calle de La Carrera, vería la ermita de San Sebastián igual que la vieron los judíos que, probablemente pocos, vivieron en la villa hasta su expulsión. Creo que fue Hamilton el que dio cierta cifra de judíos expulsados del Campo de Montiel; no la recuerdo ahora, es posible que algunos de ellos vivieran en La Solana. La historiadora solanera Concepción Moya publicó hace poco un libro, sobre la Inquisición en La Solana y otras villas del Campo de Montiel; libro documentado, basado en los procesos inquisitoriales conservados en el Archivo Histórico Nacional. Quiero recordar que hablaba Moya de ciertos procesos por judaizantes, a unos inmigrantes portugueses instalados en La Solana. El tiempo que Portugal y España estuvieron unidos bajo la misma monarquía, se propició el traslado de naturales lusos a Castilla u otros reinos buscando mejores oportunidades; recordemos el caso de la familia del pintor Velázquez. Se ha dicho también que algunos de estos emigrados portugueses, marchaban movidos por el temor a la Inquisición instalada a imitación de la castellana, ya que eran o tenían antecedentes judíos.
Lo cierto es que en el Catastro del Marqués de la Ensenada del año 1.751, aparece una callejuela con un nombre curioso: El Joio. Así está escrito en el documento original de mano del escribano, correspondía si la memoria no me falla, a un tramo de la actual calle de los Hilos; al principio no encontraba una explicación a ese nombre, pensé que podría tratarse de Joyo, nombre éste que no aparecía entre los apellidos de los moradores de dicha calle, relación que sí se daba en otras calles. Después comencé a recordar entremeses, textos antiguos, comedias y novelas, en que se muestra el lenguaje popular de la época; me dí cuenta que en muchas ocasiones al judío se le llamaba “jodío” y “Joío”. Así que desde entonces sospecho que, en el año 1.751, llamaban así a ese tramo urbano por haber vivido en él algún judío, quizás de los que cita Concepción Moya en su libro.
Y existían, amigo Octavio, emisiones radiofónicas en sefardí, desde Israel. Gusta escuchar la lengua española hablada en distintas partes del mundo, con sus expresiones y palabras propias; uno se encuentra con palabras típicas del siglo XVI en desuso en España, que siguen siendo populares en otros países, platicar, harto, etc. La lengua no debe ser un instrumento de exclusión, raro es el país en que se habla una sola lengua.
Este grupo folclórico de la capital de la provincia, Mazantini, debe su nombre a un amante del folclore que llevó ese apodo en vida, en memoria de un famoso torero; fue un hombre humilde, nacido en Daimiel, sin estudios pero con sensibilidad para el folclore tradicional. Estuvo en La Solana en alguna ocasión, con su carro tirado por una mula, hará ya quizás 60 o 70 años, para vender sus mercancías y, de paso, conocer las versiones solaneras de las tradicionales seguidillas: las torrás y las boleras. En Ciudad Real creó una academia de folclore que germinó con el grupo que lleva su nombre.
Tiempos aquellos los del folclorista Mazantini, en los que se cantaban y contaban aún viejos romances, canciones y cuentos tradicionales, en los patios, el trabajo, las calles o al amor de la lumbre.
En La Solana Mazantini, si entró al pueblo por la calle de La Carrera, vería la ermita de San Sebastián igual que la vieron los judíos que, probablemente pocos, vivieron en la villa hasta su expulsión. Creo que fue Hamilton el que dio cierta cifra de judíos expulsados del Campo de Montiel; no la recuerdo ahora, es posible que algunos de ellos vivieran en La Solana. La historiadora solanera Concepción Moya publicó hace poco un libro, sobre la Inquisición en La Solana y otras villas del Campo de Montiel; libro documentado, basado en los procesos inquisitoriales conservados en el Archivo Histórico Nacional. Quiero recordar que hablaba Moya de ciertos procesos por judaizantes, a unos inmigrantes portugueses instalados en La Solana. El tiempo que Portugal y España estuvieron unidos bajo la misma monarquía, se propició el traslado de naturales lusos a Castilla u otros reinos buscando mejores oportunidades; recordemos el caso de la familia del pintor Velázquez. Se ha dicho también que algunos de estos emigrados portugueses, marchaban movidos por el temor a la Inquisición instalada a imitación de la castellana, ya que eran o tenían antecedentes judíos.
Lo cierto es que en el Catastro del Marqués de la Ensenada del año 1.751, aparece una callejuela con un nombre curioso: El Joio. Así está escrito en el documento original de mano del escribano, correspondía si la memoria no me falla, a un tramo de la actual calle de los Hilos; al principio no encontraba una explicación a ese nombre, pensé que podría tratarse de Joyo, nombre éste que no aparecía entre los apellidos de los moradores de dicha calle, relación que sí se daba en otras calles. Después comencé a recordar entremeses, textos antiguos, comedias y novelas, en que se muestra el lenguaje popular de la época; me dí cuenta que en muchas ocasiones al judío se le llamaba “jodío” y “Joío”. Así que desde entonces sospecho que, en el año 1.751, llamaban así a ese tramo urbano por haber vivido en él algún judío, quizás de los que cita Concepción Moya en su libro.
Y existían, amigo Octavio, emisiones radiofónicas en sefardí, desde Israel. Gusta escuchar la lengua española hablada en distintas partes del mundo, con sus expresiones y palabras propias; uno se encuentra con palabras típicas del siglo XVI en desuso en España, que siguen siendo populares en otros países, platicar, harto, etc. La lengua no debe ser un instrumento de exclusión, raro es el país en que se habla una sola lengua.