Luciana es algo más que sus dos ríos, sus montañas, su verde natural que adormece los sentidos para despertar el alma; Luciana es también mi niñez, las personas que, por destino o no, han dejado con sus gestos y palabras impreso en mí el anhelo de, algún día, querer descansar allí.
De Luciana sólo cabe estar orgulloso y agradecido por, entre tantas cosas, haber podido aprender a montar en “bici” en “El Legío”, aquel prado al que un día llegó un helicóptero y al otro me enteré de que aquella palabra, que no aparecía en los diccionarios era, en realidad, “El Egido”.
Yo, como Martita, también espero un día poder tener una casa allí, con o sin caballos, y eso que la vida me mantiene lejos, de momento, del olor a monte y de los cielos límpidos que son Luciana.
¡Un abrazo a todos los Lucianegos!
De Luciana sólo cabe estar orgulloso y agradecido por, entre tantas cosas, haber podido aprender a montar en “bici” en “El Legío”, aquel prado al que un día llegó un helicóptero y al otro me enteré de que aquella palabra, que no aparecía en los diccionarios era, en realidad, “El Egido”.
Yo, como Martita, también espero un día poder tener una casa allí, con o sin caballos, y eso que la vida me mantiene lejos, de momento, del olor a monte y de los cielos límpidos que son Luciana.
¡Un abrazo a todos los Lucianegos!