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MANZANARES: Del foro de Aldea del Rey (Ciudad Real)...

Del foro de Aldea del Rey (Ciudad Real)

LA BALADA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (I): PRESENTACIÓN

MANUEL PIÑA FUE UN DISEÑADOR DE MODAS DE CIERTO PRESTIGIO EN ESPAÑA. ERA ORIUNDO DE UN HERMOSO PUEBLO LLAMADO MANZANARES, EN LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL (A UNOS 50 KM DE MI ALDEA DEL REY). MANUEL PIÑA DISEÑÓ EL UNIFORME QUE ACTUALMENTE USA EN ESPAÑA EL CUERPO DE CORREOS. FUE VANGUARDISTA, APASIONADO, AUDAZ Y HUMILDE EN SU FORMA DE ENFRENTARSE AL ÉXITO. SOLÍA CUBRIRSE LA CORONILLA CON CASQUETES Y PAÑUELOS CON MOTIVOS ZÍNGAROS... RECONOZCO QUE A LAS PRIMERAS DE CAMBIO NO ME HUBIERA CAÍDO MUY BIEN. EMPERO, HUBO ALGO QUE ME RINDIÓ EL CORAZÓN A SU FAVOR.

A FINALES DEL VERANO DE 1989, LA MADRE DE MANUEL PIÑA FUE LLAMADA POR EL PERIODISTA JESÚS HERMIDA PARA SER ENTREVISTADA EN TELEVISIÓN. ELLA LE CONFESÓ A ÉSTE QUE EL FAMOSO ERA SU HIJO, QUE ELLA ERA UNA MUJER DE CAMPO Y NO TENÍA CULTURA PARA ENFRENTARSE A LAS CÁMARAS. ENTONCES LE PASARON UNA CONEXIÓN EN DIRECTO CON SU HIJO, Y ÉL DIJO ALGO ASÍ: "SOY YO QUIÉN NO SÉ NADA A TU LADO, QUERIDA MADRE. CUÉNTALES CÓMO LOS ABUELOS TIRARON ADELANTE CON UN MONTÓN DE HIJAS; CUÉNTALES LAS PENAS Y ESCASECES QUE PASASTEIS EN LA GUERRA; CUÉNTALES CÓMO TENÍAS QUE IR A SEGAR LLEVÁNDONOS CONTIGO; CUÉNTALES CÓMO NUNCA VISTE EL MAR POR DARNOS UN FUTURO; CUÉNTALES CÓMO TE QUEDASTE SIN AHORROS PARA QUE YO PUDIERA EMPEZAR A TRABAJAR COMO MODISTO EN MADRID. CUÉNTALES, Y TE DARÁS CUENTA DE QUE LA VIDA TE HA ENSEÑADO MÁS QUE MIL UNIVERSIDADES".

LA EMOCIÓN SE PALPABA TRAS LA PANTALLA DEL TELEVISOR. LA MADRE EMPEZÓ A DERRAMAR LÁGRIMAS Y DIJO CON LA VOZ TEÑIDA DE EMOCIÓN: " ¡HIJO MÍO!".

ASÍ FUE CÓMO LE COBRÉ GRAN SIMPATÍA A MANUEL PIÑA. CINCO AÑOS DESPUES ME ENTERÉ POR UNA BREVE RESEÑA EN PRENSA QUE HABÍA FALLECIDO EN SU MANZANARES NATAL, AQUEJADO POR EL VIRUS DEL SIDA. TENÍA CINCUENTA AÑOS.

YO RECORDABA AQUELLA INTERVENCIÓN TELEVISIVA, Y ME SENTÍ FRANCAMENTE AFECTADO. QUISE HOMENAJEARLE DE ALGÚN MODO, Y NO FUE HASTA LA PRIMAVERA DE 1998 QUE ME PUSE A ESCRIBIR LA NOVELA CORTA QUE AHORA QUISIERA OFRECERLES. IMAGINÉ CÓMO HABRÍAN SIDO SUS ÚLTIMOS DÍAS, Y CAMBIÉ SU NOMBRE POR EL DE PEPE ABASCAL. Y UTILICÉ ASIMISMO EL PUEBLO DE MANZANARES COMO LUGAR DE LA TRAMA, EL CUAL ME RESULTA POR ENDE CONOCIDO Y QUERIDO.

CUENTAN QUE MIGUEL ÁNGEL SE SINTIÓ TAN SATISFECHO CUANDO TERMINÓ SU ESTATUA DE MOISÉS, QUE CON SU MAZO LE DESCARGÓ UN GOLPE EN LA RODILLA Y LE DIJO: " ¡AHORA HABLA!". ALGÓ SIMILAR SENTÍ YO CUANDO TERMINÉ ESTA NOVELA. SIGUIENDO LOS IMPULSOS DE MI CORAZÓN, EXPLORANDO DISTINTOS REGISTROS DE NARRACIÓN, FUNDIENDO LOS SUEÑOS CON LA REALIDAD, ME SALIÓ TODO UN CANTO A LA VIDA QUE NO PUDO POR MENOS DE DEJARME SUBYUGADO Y ADMIRADO DE MÍ MISMO, TODO ELLO CON EL TRANSFONDO DEL HERMOSO PAISAJE MANCHEGO. Y NO QUIERO TRANSMITIR VANIDAD, SINO EL SENTIMIENTO QUE ENTONCES ME EMBARGABA.

ESTA NOVELA LA TENÍA MECANOGRAFIADA EN PAPEL Y NO EN ARCHIVO INFORMÁTICO. LA HE ENCONTRADO DESPUÉS DE AÑOS DE CREERLA EXTRAVIADA, Y HE DECIDIDO IRLA TRASLADANDO AL FORMATO DIGITAL Y AL MISMO TIEMPO OFRECÉRSELA A USTEDES EN TODA SU FRESCURA Y MARAVILLA. UN CONSEJO: DÉJENSE LLEVAR POR LAS PALABRAS Y LOS SENTIMIENTOS, Y LA GOZARÁN COMO YO LA GOCÉ Y LA SIGO GOZANDO.

LA BALADA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

1. El retorno definitivo

Lo que ayer causaba despecho, es hoy objeto de venerada esperanza. ¿Qué pudo sacarse en limpio de los interminables horizontes de acero y asfalto? El agua de la vida fluyendo hasta una rápida consunción... y al final la sed insaciable. Continua concertina de sonidos escabrosos, gorriones con alas manchadas de polución y charcos de apariencia bituminosa. En el asfalto no brotan ni dientes de león ni amapolas; allí la muerte tiene el escabel de sus pies. Engañoso consuelo el de los jardines y los paseos arbolados; por encima de ellos el sol ciudadano exhibe un guiño de agonizante esplendor. ¿Qué se hizo del cielo azul malva relegado de todos los recuerdos? La metrópoli es como un cerco dentro del cual se adulteran los sentimientos; cerco que cierra el paso a la vida que todos debiéramos vivir, y que hunde en el barro de las desilusiones los nobles ideales de los años mozos. ¿Qué sentido tiene haber amasado cordilleras de dinero a tan alto precio? La perdición al haberse dejado arrastrar por una espiral de orgías, por corrientes residuales que supuestamente desembocan en el éxito y la satisfacción personal.

Los ojos de Pepe Abascal -harto de éxito y con el corazón henchido de amargo pesar- abrazaban la llanura otoñal a través de la ventanilla del tren que le conducía a sus orígenes. En sus oídos aún resonaban los enardecidos aplausos al presentarse su colección de moda en la última edición de la Pasarela Cibeles. Toda la vida soñando con los aplausos, y ahora éstos se le representaban como lo que eran: un ruido insoportable y ensordecedor. Habían pasado veintiún largos años desde que Pepe Abascal hiciera el viaje (inverso al de ahora) a la ciudad de las esperanzas provincianas, esto es, la imprescindible Madrid. Primero como modesto sastre, luego como diseñador de modas... su éxito había subido muy por encima de sus sueños más ambiciosos. Caudales de dinero fueron la principal parte a sumergirle en un desvarío implacable. Necesitó salvarse de su propio tedio experimentando todas cuantas opciones de vida acudían a su desbordada imaginación. Apurar todas las alternativas sexuales hasta el límite: gamia, bigamia, sodomía... Todos los juegos y posiciones del "Kama Sutra" a efectos de mejor sentir el estallido de los jugos seminales y el insustituible placer que surge de los movimientos anales. Para esto necesitaba variado jardín de odaliscas y de sementales con inversión de sentimientos y preferencias. Y todas estas orgías regadas en abundante alcohol y espolvoreadas con esa nieve llamada cocaína, para luego pasar a las jeringuillas hipodérmicas conteniendo ese fluido exaltador, tan insustituible para quienes gustan de sus delicias. ¿Quién podría acordarse, en medio de tales arrebatos, de los patrios lares?

«Toda carrera tiene un final -pensó Pepe Abascal, absorbiendo con ojos húmedos la imagen de la llanura-. Un final que en mi caso se llama "condenación". Un virus de siglas mortales... SIDA; ésta es mi definición.»

No podía por menos de maldecir la hora en que acudió al Centro de Salud para hacerse ese análisis de sangre con motivo de unas pruebas de alergia. A partir de entonces sintió planear las oscuras alas de la muerte sobre su cabeza. Le pasaron por la mente ideas de acelerar el trágico desenlace; empero, tras un cúmulo de reflexiones, decidió aferrarse hasta la consumación a sus migajas de vida. Y asimismo decidió cambiar el teatro de sus días postreros. Manzanares- el hogar de su infancia, adolescencia y juventud- llamándole con las voces del recuerdo: una evocación de cielos acogedores y llanos jaspeados.

Una semana antes de emprender su último viaje terrenal, reunió en su opulenta casa de Madrid a sus más afectos (gentes del mundo de la moda y la farándula), y, tras una opípara celebración, con una copa de vino espumoso en la mano, les ofreció la siguiente arenga:

-Vosotros sabéis lo que me pasa. Mis días están contados, y quiero pasarlos lejos de todo bullicio. Digo adiós a las drogas, al alcohol y a las orgías. Pongo punto y final a mi carrera, y regreso al lugar del que no debí salir. Ha sido maravilloso teneros por amigos. Ahora sólo os pediría que os despidierais de mí aquí y ahora, y que no me vayáis a visitar en los próximos tiempos; recordadme como ahora me veis... Alzo por última vez mi copa a vuestra salud.

No hubo aplausos ni ovaciones a sus palabras. Él sólo quería cosechar un silencio solidario, pleno de emociones, y tal cosa obtuvo.

Antes de marcharse para Manzanares dejó bien arreglados sus asuntos legales, que, habida cuenta de su inmenso patrimonio, no podían por menos de revestir algunas complicaciones. Dejó como herederos universales a sus padres. En cuanto a su hermana menor y su hermano mayor, que aquéllos decidieran la parte proporcional que habrían de percibir de sus bienes.

Sin más dilaciones, pues, cargó su vieja maleta con pocos efectos y se dispuso a coger el tren, tal como hacen los seres humildes que no cuentan con automóvil o aquéllos que no tienen ganas de manejar el volante.

CONTINUARÁ...

El jardinero de las nubes.