Siempre, desde pequeño, me ha llamado la atención el contraste de paisajes entre el de Mestanza y los de Solana del Pino, El Hoyo o Solanilla del Tamaral. Como mis padres eran de El Hoyo pasaba muchas temporadas allí, y me parecía increíble que, estando tan cerca, la naturaleza fuera tan distinta.
Besotes.
Cierto,
amigo Marce. Cuando dejas atrás el
Valle de Alcudia y culminas el ascenso, por los
Puertos del Calero o de los Rehoyos, el
paisaje se transforma y los sentidos del visitante quedan atrapados por el aroma, el
colorido, la belleza, la diversidad, la riqueza y el esplendor de un paisaje natural que constituye un auténtico paraíso. Una gozada. Lejos quedan el ruido, el bullicio, las prisas y la vorágine del mundo que, en el trasiego diario, nos hacen olvidar lo único importante: vivir. Un besote