El esquile lo hacían en Valdefuentes, en el Alhorín y en los demás cortijos que rodeaban a Mina Diógenes. A mi, me gustaba verlos, pues era un arte extraordinario. Los primos míos que vivían en el Manzano me llamaban cuando esquilaban y lo pasabamos bomba. Ellos faenando y yo procurando que no se espantaran las ovejas. O espantándolas también se podría decir...