Mis dos hijos mayores, Mª José y Rafael, disfrutaban de lo lindo en Diógenes. ¡Qué días pasábamos! Buscábamos
hongos, asábamos chorizos (en una buena lumbre en "los peñoncillos" o en la explanada cercana al "arroyo del plomo"), íbamos a por
agua agria y merendábamos en las Tiñosas, nos bañábamos en el
pantano... Puedo evocar olores, sabores,
colores, sonidos y, con una gran ternura, el amor de mis padres.