LA CANDELARIA Y SU HOGUERA EN EL CAMPO DE FÚTBOL.
Con el tiempo he podido ver y comprobar que en mi pueblo se convivia más con la gente y que las relaciones con los vecinos eran más frecuentes que ahora, hoy día ya la gente es más individual y vive de puertas adentro, que pena.
A principios de Febrero había un día festivo que me gustaba mucho, La Candelaria con su hoguera en el centro del campo de fútbol. El día empezaba bien, muy bien, mi madre nos hacía una especie de buñuelos que nosotros llamabamos "sapos", los hacía con una masa de harina, agua y sal que luego en forma de pelota o huevo freía en aceite muy caliente,.... que buenos estaban con la leche (escribiendo esto los estoy oliendo). Después de coger fuerzas, tocaba coger madera, unos días antes toda la chavalería del pueblo había empezado a apilar en el centro del campo de fútbol todo tipo de material que se pudiera quemar: muebles viejos, tablones, ramas, troncos podridos, chaparros..... No solo los chiquillos, todo el pueblo participaba en estas tareas. Cuando llegaba la noche, para nosotros llegaba lo más importante, nuestra particular fiesta de la luz, pues era entonces cuando se encendia la hoguera, la candela. Cuando las llamas alcanzaban el cielo era cuando más me gustaba, también cuando ya vencidas, hacíamos un corro en torno a la lumbre (sobre todo los niños y los jovenes) y jugabamos cantando, y por último me gustaba ver a los valientes que se atrevian a saltar las brasas.
Desde entonces he creído en la magia del fuego y en la magia de las "luces" en la oscuridad. Allí todos cogidos de las manos, sumabamos las fuerzas necesarias para ahuyentar todo tipo de mal, que facil nos resultaba.
Todos nosotros somos aquellos niños, niños que si queremos nos daremos las manos y ahuyentaremos malos entendidos y estoy seguro que queremos. Un beso
Con el tiempo he podido ver y comprobar que en mi pueblo se convivia más con la gente y que las relaciones con los vecinos eran más frecuentes que ahora, hoy día ya la gente es más individual y vive de puertas adentro, que pena.
A principios de Febrero había un día festivo que me gustaba mucho, La Candelaria con su hoguera en el centro del campo de fútbol. El día empezaba bien, muy bien, mi madre nos hacía una especie de buñuelos que nosotros llamabamos "sapos", los hacía con una masa de harina, agua y sal que luego en forma de pelota o huevo freía en aceite muy caliente,.... que buenos estaban con la leche (escribiendo esto los estoy oliendo). Después de coger fuerzas, tocaba coger madera, unos días antes toda la chavalería del pueblo había empezado a apilar en el centro del campo de fútbol todo tipo de material que se pudiera quemar: muebles viejos, tablones, ramas, troncos podridos, chaparros..... No solo los chiquillos, todo el pueblo participaba en estas tareas. Cuando llegaba la noche, para nosotros llegaba lo más importante, nuestra particular fiesta de la luz, pues era entonces cuando se encendia la hoguera, la candela. Cuando las llamas alcanzaban el cielo era cuando más me gustaba, también cuando ya vencidas, hacíamos un corro en torno a la lumbre (sobre todo los niños y los jovenes) y jugabamos cantando, y por último me gustaba ver a los valientes que se atrevian a saltar las brasas.
Desde entonces he creído en la magia del fuego y en la magia de las "luces" en la oscuridad. Allí todos cogidos de las manos, sumabamos las fuerzas necesarias para ahuyentar todo tipo de mal, que facil nos resultaba.
Todos nosotros somos aquellos niños, niños que si queremos nos daremos las manos y ahuyentaremos malos entendidos y estoy seguro que queremos. Un beso