Pelea en broma (trovo mañanero)
"En nuestro pueblo, señores,
no sabéis los que pasó,
que por una hermosa encina
la guerra allí se lío.
Los de un bando son muy ricos,
pues los capitanea Perico.
los del otro son normal,
su jefe... es Floreal.
Hay tretas y muchas mañas,
para irse a cualquier lao,
y algunos por decidirse
van a salir trasquilaos.
El Perico es capitán
el Floreal comandante,
Rafi, la jefe de armas,
Marce vigila adelante.
Ya está preparado el duelo
para batirse entre ellos.
uno sabe bien de esgrima
el otro es cinturón negro.
Quién será el buen Salomón
que decida la cuestión
pues si sigue la pelea
asegurado el follón…. (continuará)
"En nuestro pueblo, señores,
no sabéis los que pasó,
que por una hermosa encina
la guerra allí se lío.
Los de un bando son muy ricos,
pues los capitanea Perico.
los del otro son normal,
su jefe... es Floreal.
Hay tretas y muchas mañas,
para irse a cualquier lao,
y algunos por decidirse
van a salir trasquilaos.
El Perico es capitán
el Floreal comandante,
Rafi, la jefe de armas,
Marce vigila adelante.
Ya está preparado el duelo
para batirse entre ellos.
uno sabe bien de esgrima
el otro es cinturón negro.
Quién será el buen Salomón
que decida la cuestión
pues si sigue la pelea
asegurado el follón…. (continuará)
Jajaja... Muy bueno Apolonio! Genial la idea. Total no va a traer cola al encina nº 5! Que tengas un buen día. Un beso
Querido amigo Apolonio,
hablas con acierto y tino,
y es que nunca sabe el hombre
como será su destino.
Paseaba por Valdefuentes
una mañana tranquilo
y me encontré de repente
la escena que ahora describo:
Un hombre, en años ya entrado,
en una encina subido,
estaba siendo acosado,
estaba siendo ofendido.
¡Que te bajes de esa encina,
que ya la habíamos cogido!
¡Que lo pone en el cartel:
"Encina número cinco"!.
Mi espíritu bucanero
se me despertó de un brinco.
¡Has de ayudar a ese hombre!
me reclamaba mi instinto.
Desenvainando mi sable
y mis pistolas del cinto
me enfrenté a su capitán,
al que llamaban Perico.
Al ver esto, el tal Florián,
porque así era conocido,
saltó de la encina al suelo
y vino a luchar conmigo.
Y, aunque era grande el ejército,
y temible el enemigo,
defendimos como fieras
la encina número cinco.
Tampoco fue despreciable
la ayuda que recibimos,
pues de muy diversas partes
llegaron nuestros amigos:
Del Norte, muy salerosa,
la Jose Vinagre vino,
y del sur llegó Apolonio,
al que también convencimos.
De Hinojosas a ayudarnos,
cruzando los pantanillos,
también vino muy rumbosa
Felicidad Molinillo.
Y por si hay alguna duda
de todo lo que aquí escribo,
a Florián el Matapollos
se lo firmó ante testigos:
"Que tiene todo el derecho,
porque hemos sido vencidos,
a disfrutar, con su huestes,
la encina número cinco".
hablas con acierto y tino,
y es que nunca sabe el hombre
como será su destino.
Paseaba por Valdefuentes
una mañana tranquilo
y me encontré de repente
la escena que ahora describo:
Un hombre, en años ya entrado,
en una encina subido,
estaba siendo acosado,
estaba siendo ofendido.
¡Que te bajes de esa encina,
que ya la habíamos cogido!
¡Que lo pone en el cartel:
"Encina número cinco"!.
Mi espíritu bucanero
se me despertó de un brinco.
¡Has de ayudar a ese hombre!
me reclamaba mi instinto.
Desenvainando mi sable
y mis pistolas del cinto
me enfrenté a su capitán,
al que llamaban Perico.
Al ver esto, el tal Florián,
porque así era conocido,
saltó de la encina al suelo
y vino a luchar conmigo.
Y, aunque era grande el ejército,
y temible el enemigo,
defendimos como fieras
la encina número cinco.
Tampoco fue despreciable
la ayuda que recibimos,
pues de muy diversas partes
llegaron nuestros amigos:
Del Norte, muy salerosa,
la Jose Vinagre vino,
y del sur llegó Apolonio,
al que también convencimos.
De Hinojosas a ayudarnos,
cruzando los pantanillos,
también vino muy rumbosa
Felicidad Molinillo.
Y por si hay alguna duda
de todo lo que aquí escribo,
a Florián el Matapollos
se lo firmó ante testigos:
"Que tiene todo el derecho,
porque hemos sido vencidos,
a disfrutar, con su huestes,
la encina número cinco".