La vida es como una senda por la que nos desplazamos a diferente ritmo, ánimo, energía y dinamismo hasta llega a "la meta".
El martes estuve en el hospital visitándole en la planta 8ª y le vi mermado de ese dinamismo que le caracterizaba en los años en los que, con su respiración característica, caminábamos con vitalidad y empuje por dicha senda por distintos lugares de Madrid, tras el cierre de la Mina.
Pero uno tiene esa capacidad de borrar esta última imagen de decaimiento de Ramón en el hospital. Algo así como si tratara de eliminar esa foto que ha salido velada y buscara otras en las que la imagen es más nítida. En ese ejercicio me entretuve ayer.
Hoy he recibido la notica de su fallecimiento. Tengo que reconocer que me ha impactado, no me esperaba que el desenlace fuese tan rápido.
Pero, siempre hay un pero, como en toda carrera por esa senda hasta "la meta", uno siente la pérdida de compañeros como Ramón que la han abandonado, y trata de recordarles en los momentos en los que tiraban con fuerza hacia adelante, animando a los demás.
Ramón era en esencia alegre y tenía un gran empuje para vivir. Lo recuerdo en un viaje que hicimos a Bilbao (año 1970), a ver al Athletic, con el aquel primer coche Seat 124, por la nacional I. A la vuelta nos quedamos en Vitoria en la fiesta de la Virgen Blanca, en donde pude disfrutar de su amistad, ánimo y de su vitalidad.
Mañana en el tanatorio espero poder dar un beso de ánimo a Conchi, a sus hijos y su hermana Carmen.
Andrés Calero
El martes estuve en el hospital visitándole en la planta 8ª y le vi mermado de ese dinamismo que le caracterizaba en los años en los que, con su respiración característica, caminábamos con vitalidad y empuje por dicha senda por distintos lugares de Madrid, tras el cierre de la Mina.
Pero uno tiene esa capacidad de borrar esta última imagen de decaimiento de Ramón en el hospital. Algo así como si tratara de eliminar esa foto que ha salido velada y buscara otras en las que la imagen es más nítida. En ese ejercicio me entretuve ayer.
Hoy he recibido la notica de su fallecimiento. Tengo que reconocer que me ha impactado, no me esperaba que el desenlace fuese tan rápido.
Pero, siempre hay un pero, como en toda carrera por esa senda hasta "la meta", uno siente la pérdida de compañeros como Ramón que la han abandonado, y trata de recordarles en los momentos en los que tiraban con fuerza hacia adelante, animando a los demás.
Ramón era en esencia alegre y tenía un gran empuje para vivir. Lo recuerdo en un viaje que hicimos a Bilbao (año 1970), a ver al Athletic, con el aquel primer coche Seat 124, por la nacional I. A la vuelta nos quedamos en Vitoria en la fiesta de la Virgen Blanca, en donde pude disfrutar de su amistad, ánimo y de su vitalidad.
Mañana en el tanatorio espero poder dar un beso de ánimo a Conchi, a sus hijos y su hermana Carmen.
Andrés Calero