Un abrazo para los dos hermanas Vozmediano, Jovita y Pepi, por ser tan guapas, amables, dulces, jóvenes, entrañables, poéticas, lindas, encantadoras, generosas, limpias de corazón, luminosas por dentro y resplandecientes por fuera, líricas, mágicas, cálidas, sencillas... Es un lujo para mí que me recordéis con tanto afecto y cariño. Os quiero a las dos muchísimo (como a toda la gente de Mina Diógenes), y os siento siempre muy cerca de mi corazón, porque transmitís muy buenas vibraciones. Bueno, esto último les ocurre a todas las personas que navegáis por este extraordinario foro. Sois todos y todas muy buena gente. Nunca he escrito aquí ningún verso; pero, al hilo de la emoción que siento y de la enorme gratitud que os debo a todos los habitantes de Mina Diógenes, han brotado estás líneas, o lágrimas, de mi interior:
Diogeneros de la luz,
luminosas diogeneras,
buena gente que camina
iluminando la senda
y derrotando al silencio
con palabras de oro y menta,
deambulando entre recuerdos
donde relumbra la hierba
de los campos de la infancia,
del pueblo donde la ausencia
es trigal de la memoria
y encinar donde sestea
la infancia que se hace añil
crepúsculo sobre la sierra
del corazón, mina blanca
donde la mirada tiembla
recordando a los que faltan
pero están sobre la senda
que se abre en nuestra memoria
como un hilo de cerveza
humedeciendo los ojos,
cubriéndolos de inocencia,
alzándolos hacia el Rabanero,
misteriosa y mansa peña
donde las nubes del cielo
se mecen como cenefas
de los días que se fueron,
de los años que se quedan
colgando en nuestra mirada
como un aire que no pesa.
Este puñado de versos os los quiero dedicar a todos los que lleváis a Mina Diógenes en vuestro espíritu. Gracias por hacerme feliz leyendo vuestras palabras. Os quiero a todos y todas. Abrazos de vuestro amigo, Alejandro.
Diogeneros de la luz,
luminosas diogeneras,
buena gente que camina
iluminando la senda
y derrotando al silencio
con palabras de oro y menta,
deambulando entre recuerdos
donde relumbra la hierba
de los campos de la infancia,
del pueblo donde la ausencia
es trigal de la memoria
y encinar donde sestea
la infancia que se hace añil
crepúsculo sobre la sierra
del corazón, mina blanca
donde la mirada tiembla
recordando a los que faltan
pero están sobre la senda
que se abre en nuestra memoria
como un hilo de cerveza
humedeciendo los ojos,
cubriéndolos de inocencia,
alzándolos hacia el Rabanero,
misteriosa y mansa peña
donde las nubes del cielo
se mecen como cenefas
de los días que se fueron,
de los años que se quedan
colgando en nuestra mirada
como un aire que no pesa.
Este puñado de versos os los quiero dedicar a todos los que lleváis a Mina Diógenes en vuestro espíritu. Gracias por hacerme feliz leyendo vuestras palabras. Os quiero a todos y todas. Abrazos de vuestro amigo, Alejandro.
Alejandro, gracias a ti, es la primera vez que escribes aquí un verso, espero que no sea la última, me ha parecido precioso, gracias también por esas palabras hacia nosotros, no me creo merecedora de tanto, para mí sí que es un lujo tenerte como amigo y me supone un gran placer, el verso me ha emocionado, lo has hecho desde el corazón, repite más a menudo, por favor.
Besos Pepi.
Besos Pepi.
Buenos días Pepi ¿que haces sentada tan temprano delante del ordenador?, con razón luego nos regaña tu marido.
Un beso
Un beso