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MINA DIOGENES: Hola a todos. (ESPERO ARRANCAROS UNA SONRISA)...

Hola a todos. (ESPERO ARRANCAROS UNA SONRISA)

Ayer me puse malito y hoy me ha llevado mi madre al medico en sus brazos, ¡como estaba malito!, antes de empezar a bajar las escaleras mi madre me baja de sus brazos están bastante empinadas, ya me empiezo a sentir mejor, cuando estamos en la sala de espera mejoro un poquito mas, como no somos los primeros mi madre dá los buenos dias y pide la vez, nos sentamos en ese poyete de manpostería con el cemento liso como un espejo que ocupa todo el prerimetro de la sala y ¡Dios! que frio está, acabo de mejorar otro tanto y mi corazón empeza a latir mas rapido, no paro de decir a mi madre ¡mama dile al medico que no me mande inyecciones!, ¡que nó no te preocupes!, ya nos toca y nos recibe D. Rosario, D. Antonio, D. Hortensio, no recuerdo, ¡que mala memoria!, me dá pánico la sala de curas el ver los arreos de trabajo del medico y el practicante, me empiezo a poner mas nervioso que un flan, pasamos a la salita de consulta y ¡allí está! es D. Francisco, el medico, ya si que no atino con mis nervios, se levanta despues del correspondiente ¡buenos dias!, ¡buenos dias D. Francisco ¡, ¿que le pasa a este hombre? pasó mala noche, con mucha tos, fiebre, le duele la garganta al tragar, sin decir palabra, de un bote de vidrio que contiene un liquido transparente y unas herramientas saca una paleta de acero inoxidable y me dice ¡abre la boca!, enciende una luz y cuando me quiero dar cuenta me ha provocado una gran arcada, un segundo ha sido, ¡son anginas!, despues me pide que me quite la ropa de la parte de arriba y coge unas gomas que se coloca en los oidos me coloca el otro estremo en distintas zonas del pecho y espalda ¡joder que fria está esa ventosa! han sido tres segundos y creo que ya estoy curado, se dirige al practicante y le pide una caja de no se que y un bote de tampoco se que, (supositorios y jarabe), le pone un supositorio por la mañana ¡eh! y otro por la noche ¡eh! y nada de importancia ¡eh! remitirá la infección de las anginas ¡eh!, y el jarabe le da una cucharadita despues de cada comida ¡eh!, muy bien D. Francisco, gracias, con Dios queden. por fin ya estamos fuera y creo que sin tomar nada aún estoy curado ¡que miedo he pasado!. BEZOZ

(mi pequeño homenaje al que fué nuestro medico y nuestros practicantes) esta vivencia no creo que solo fuese mia.

Paquitin, como ves el ¡eh! de tu padre aún lo recuerdo.