Queridos amigos y amigas de Diógenes; de nuevo estoy con vosotros y vosotras. Siento un magnetismo especial por vuestro foro, en el que tantos recuerdos y pedazos de nostalgia se han afincado, y no puedo ya separarme de vuestras palabras y vuestras vivencias, que siento como mías. Bueno, ahora sólo quiero dar las gracias a todos y a todas por haberme aceptado diogenero (! qué bien suena este vocablo!). Así que ahí van mis abrazos y mi saludo para todos y para todas: Loli, Conce, Apolonio, Juan Ramón, Joselín, Antonio (estupendo y hondo poeta, a quien felicito, Joaquín, Pili Serna... A esta última le digo que me agrada saber lo que dice de mi "Libro de las Aguas" y le pido que me dé su opinión, tan importante para mí, cuando acabe de leerlo. También quiero felicitar a Marce, el marido de Pili, por haber ganado el concurso de pregones de Mestanza y haber sido elegido como pregonero. La verdad es que ser pregonero, lo digo por experiencia, es algo muy hondo y emotivo, sobre todo para los que somos algo sensibles y nos emocionamos enseguida con los recuerdos y las vivencias. Ah, no quería terminar sin darle las gracias a mi amigo "Rafuki", con quien estuve hablando ayer al mediodía, como él ha ha dicho. Casi con toda seguridad iré a ver Diógenes y los pueblos de alrededor, si todo va bien, el próximo domingo día 27 de este mes de julio. Me gustaría quedar, además de con Rafuki, con algún otro, o alguna otra, diogenero-diogenera para conoceros y daros un fuerte abrazo de amistad y paisanaje. Por último, deseo recalcar una hermosísima frase de Pepi Vozmediano que quiero incluir en mi nueva novela, posiblemente al comienzo de la misma. Es una de las frases más bellas que he leído nunca y que, sinceramente, podría resumir el contenido de todo lo que yo he intentado plasmas en todos mis libros, poemarios y novelas, desde que comencé a escribir hasta el día de hoy: "Nos faltan tantos padres, ellos eran los protagonistas, los que faltan y los que quedan". Yo perdí a mi padre y casi todos los días sueño con él y, a cada momento, lo siento cerca de mí, caminando a mi lado. Verdaderamente, como bien dices, Pepi, ellos son los protagonistas de aquel duro ambiente de los años de posguerra, donde, por otro lado, gracias a ellos, a su esfuerzo y a su ánimo, también hubo gotas de luz, de sublime felicidad, entre tanto sacrificio, entre tanta escasez y tanto sufrimiento. Ellos hicieron un país más dulce y más luminoso. A ellos se lo debemos todo: en su memoria reside el centro de nuestras vidas, la raíz prodigiosa que a todos nos alimenta. Muchos abrazos a todos los diogeneros y diogeneras de vuestro amigo, Alejandro.