AL PANTANO, FLOR DE RIVERA O A RÍO FRÍO… PARA EL 18 DE JULIO
Ha pasado el 18 de julio y para mi siempre fue una fecha de las especiales en mis recuerdos de la tierra. Empezaré diciendo que era el día de la paga doble de los obreros de la mina, que la esperaban con una gran ilusión, que soñaban con ella y que la alegría en los rostros era evidente, cuando hacían cola en la ventanilla del pagador de la empresa. ¿qué por qué era especial esa paga? pues, por que era una manera de tapar agujerillos en las tiendas del pueblo y de preparar las ropas de la familia para las fiestas patronales de agosto.
A parte del tema económico que ya os he explicado, os quiero hacer recordar otras vivencias, que todos, la mayoría de diogeneros y diogeneras recordaréis, cada uno a su manera y con la libertad que da, volver atrás y rememorar momentos agradables. Cada uno de vosotros y vosotras podéis disfrutar de esos momentos que vivistéis con vuestras familias en nuestro pueblo “Mina Diógenes”.
El día anterior, la tienda de Gregorio se llenaba de clientela para la compra de la comida, que las familias y amigos iban a preparar para pasar el día en las aguas y en el paisaje de las colas del pantano, en los parajes verdes de Flor de Rivera, donde verían al famoso Pío, el tío Celodonio y Paco Gata (el de los tomates coloraos y buenos pepinos de la huerta), o en la frescura del río Frío más allá de Solana y camino de la Virgen de la Cabeza.
Otros compraban en casa de las Químicas sus buenos chorizos, bacalaos, los huevos y las patatas para las suculentas tortillas. La bebida se la llevaban del casino (cajas de cervezas o garrafas de vino…algunas caseras de botella de cristal, para los más pequeños).
A las 8 ó las 9 de la mañana empezaban a partir camino del cortijo del Alorín…había que coger una buena encina que diera gran sombra para todo el día. Una vez allí, a montar todo el lugar (donde dejar la comida, un buen sombrajo para evitar el sopetón de julio, los chavalejos controlados para no dar problemas con el agua… ¡cuidado niño! ¡Como te acerques al agua sin permiso te arreo!... pero los chavales obedientes esperaban que algún mayor se metiera en el agua para empezar a refrescar el cuerpo y dar sus primeros pinitos en natación. Los flotadores eran cámaras de los coches o de los camiones (Urbano, Roge o los otros conductores eran los surtidores). Los más jóvenes, medían sus fuerzas nadando pantano adentro, hasta algún punto señalado desde el principio…no tenían miedo y las chavalas si había en otros grupos les verían sus dotes de atletas. La alegría y diversión iba surgiendo entre los distintos grupos de las encinas… (la bota de vino nunca estaba vacía, ni quieta) …la hora de la comida (todos a rancho), a repartir el pan y a preparar la sartén con la comida, donde unos y otros daban fin con la cuchara…de postre una buena sandía o un buen melón.
Los pescadores con sus cañas intentaban coger algunos pececillos para freirlos en la sartén... Las cañas eran mágicas y de cebo, buenas lombrices cogidas el día anterior…recuerdo a Paquito Carreras y a Félix Ramos buscando lombrices para la pesca.
Había muy buenos y expertos pescadores, pero yo a los que más recuerdo con su caña por el pueblo eran a Guadalupe padre, Alfredo padre y a Mere el de la Reyes…
La siesta era sagrada para algunos, ya que debajo de una encina y aprovechando la buena sombra, dormían un rato (por la relajación y el efecto del vinillo),. Había que preparar la tarde y la subida al pueblo otra vez.-
Los chavalejos aprovechaban hasta el último momento para salir satisfechos con sus avances como nadador- ¡mira, mira, ya nado solo!.- bien, ¡pero salir que nos vamos para el pueblo!.
Subiendo la cuesta poco a poco llegaban a Diógenes, donde de nuevo volvían a la vida diaria. Hasta otro año y hasta el día del hornazo (buen momento de reunirse otra vez).
Así pasábamos un día feliz y familiar. También había grupos de chavales y jóvenes que por su edad iban por libre, sin las familias y eso era otra historia (para contársela a los nietos). Un abrazo a todos y un recuerdo, para los que ya no están, pero estuvieron allí en esas aguas del pantano Montoro, Flor de Rivera o en las aguas claras y limpias de Río Frío.
Un recuerdo muy cariñoso para todos los padres, madres o familiares que disfrutaron de esos días y ya no están con nosotros…pero como yo digo (nos ven desde los balcones celestiales del cielo).
BUEN VERANO PAISANOS.
Ha pasado el 18 de julio y para mi siempre fue una fecha de las especiales en mis recuerdos de la tierra. Empezaré diciendo que era el día de la paga doble de los obreros de la mina, que la esperaban con una gran ilusión, que soñaban con ella y que la alegría en los rostros era evidente, cuando hacían cola en la ventanilla del pagador de la empresa. ¿qué por qué era especial esa paga? pues, por que era una manera de tapar agujerillos en las tiendas del pueblo y de preparar las ropas de la familia para las fiestas patronales de agosto.
A parte del tema económico que ya os he explicado, os quiero hacer recordar otras vivencias, que todos, la mayoría de diogeneros y diogeneras recordaréis, cada uno a su manera y con la libertad que da, volver atrás y rememorar momentos agradables. Cada uno de vosotros y vosotras podéis disfrutar de esos momentos que vivistéis con vuestras familias en nuestro pueblo “Mina Diógenes”.
El día anterior, la tienda de Gregorio se llenaba de clientela para la compra de la comida, que las familias y amigos iban a preparar para pasar el día en las aguas y en el paisaje de las colas del pantano, en los parajes verdes de Flor de Rivera, donde verían al famoso Pío, el tío Celodonio y Paco Gata (el de los tomates coloraos y buenos pepinos de la huerta), o en la frescura del río Frío más allá de Solana y camino de la Virgen de la Cabeza.
Otros compraban en casa de las Químicas sus buenos chorizos, bacalaos, los huevos y las patatas para las suculentas tortillas. La bebida se la llevaban del casino (cajas de cervezas o garrafas de vino…algunas caseras de botella de cristal, para los más pequeños).
A las 8 ó las 9 de la mañana empezaban a partir camino del cortijo del Alorín…había que coger una buena encina que diera gran sombra para todo el día. Una vez allí, a montar todo el lugar (donde dejar la comida, un buen sombrajo para evitar el sopetón de julio, los chavalejos controlados para no dar problemas con el agua… ¡cuidado niño! ¡Como te acerques al agua sin permiso te arreo!... pero los chavales obedientes esperaban que algún mayor se metiera en el agua para empezar a refrescar el cuerpo y dar sus primeros pinitos en natación. Los flotadores eran cámaras de los coches o de los camiones (Urbano, Roge o los otros conductores eran los surtidores). Los más jóvenes, medían sus fuerzas nadando pantano adentro, hasta algún punto señalado desde el principio…no tenían miedo y las chavalas si había en otros grupos les verían sus dotes de atletas. La alegría y diversión iba surgiendo entre los distintos grupos de las encinas… (la bota de vino nunca estaba vacía, ni quieta) …la hora de la comida (todos a rancho), a repartir el pan y a preparar la sartén con la comida, donde unos y otros daban fin con la cuchara…de postre una buena sandía o un buen melón.
Los pescadores con sus cañas intentaban coger algunos pececillos para freirlos en la sartén... Las cañas eran mágicas y de cebo, buenas lombrices cogidas el día anterior…recuerdo a Paquito Carreras y a Félix Ramos buscando lombrices para la pesca.
Había muy buenos y expertos pescadores, pero yo a los que más recuerdo con su caña por el pueblo eran a Guadalupe padre, Alfredo padre y a Mere el de la Reyes…
La siesta era sagrada para algunos, ya que debajo de una encina y aprovechando la buena sombra, dormían un rato (por la relajación y el efecto del vinillo),. Había que preparar la tarde y la subida al pueblo otra vez.-
Los chavalejos aprovechaban hasta el último momento para salir satisfechos con sus avances como nadador- ¡mira, mira, ya nado solo!.- bien, ¡pero salir que nos vamos para el pueblo!.
Subiendo la cuesta poco a poco llegaban a Diógenes, donde de nuevo volvían a la vida diaria. Hasta otro año y hasta el día del hornazo (buen momento de reunirse otra vez).
Así pasábamos un día feliz y familiar. También había grupos de chavales y jóvenes que por su edad iban por libre, sin las familias y eso era otra historia (para contársela a los nietos). Un abrazo a todos y un recuerdo, para los que ya no están, pero estuvieron allí en esas aguas del pantano Montoro, Flor de Rivera o en las aguas claras y limpias de Río Frío.
Un recuerdo muy cariñoso para todos los padres, madres o familiares que disfrutaron de esos días y ya no están con nosotros…pero como yo digo (nos ven desde los balcones celestiales del cielo).
BUEN VERANO PAISANOS.
Joder Aolonio, eres un artista, buenos recuerdos de aqeulla epoca. sulados. matapollos