Queridos amigos y amigas de Diógenes; he enviado anteriormente un correo que no ha aparecido en el foro. No sé qué ha ocurrido. En fin, yo sólo quería mostraros mi profunda alegría y mi agradecimiento por haber estado ayer domingo por primera vez en el lugar donde estuvo enclavado vuestro pueblo mágico, Diógenes. Hice el viaje en el coche de "Rafuki", acompañado por mi mujer, Paqui, y el padre de Rafa, un guía extraordinario que nos mostró luminosos rincones de su memoria ligados a Diógenes. También me acompañaron diogeneros y diogeneras a los que tenía muchísimas ganas de conocer: Conce y Loli con sus respectivos, las dos Maytes (la del Geómetra y la del Francés), la familia Domenenech, Guada e Isi, Adolfo del Cacho y esposa, el Francés y la suya, y espero no haber olvidado a nadie. Bueno, nos acompañó de cicerone el amigo Benito de Tiñosas, persona amable y cálida, muy afectuosa, que nos hizo un recorrido sentimental por distintos lugares de Diógenes. El padre de "Rafuki" también me contó historias verdaderamente emocionantes, algunas durísimas de su trabajo en la mina, otras, en cambio, más tiernas y alegres. La visita fue espléndida y, sinceramente, quedé deslumbrado. Después de un ameno y emocionado paseo por Diógenes, Benito nos llevó a Tiñosas: pueblecito verdaderamente atractivo, con un encanto imposible de describir. Me gustaron muchísimo todos los rincones que visitamos: las casitas pequeñas alineadas, el Balneario, la fuente, la magnífica silueta del Rabanero, y, sobre todo, la pequeña ermita, dulce santuario cavado en la roca. En fin, el viaje fue muy positivo y ha impregnado mi alma de sensaciones que, seguramente, en su día escribiré. Después del viaje, bajamos con el "Rafuki" a un restaurante de Cabezarrubias, la Casa Rural, donde tuvimos un almuerzo inolvidable. Allí conocí, por fin, a Pepi Vozmediano, personaje de mi nueva novela, un torbellino de alegría y ternura, y a su marido, un hombre muy agradable y simpático. Nunca olvidaré los momentos vividos durante el almuerzo. Ah, también estuvo Ana Isabel, la mujer de "Rafuki", tan cálida y amable como él. Una vez concluido el almuerzo, mi mujer y yo fuimos a la casa de Rafuki a desacar un ratito. Allí bebimos algo y conocí a las dos hijas de Ana Isabel y Rafuki, dos niñas bellísimas y tan agradables y simpáticas como sus padres. Al final, regresamos a Villanueva del Duque, nuestro pueblo que ya es el vuestro, con la sensación de haber vivido un romántico sueño con una gente sencilla, honda, amena, y tremendamente acogedora. Un millón de gracias a todos y todas, diogeneros y diogeneras, por habernos hecho pasar a mí y a mi mujer una jornada, la de ayer domingo, verdaderamente inolvidable. Prometo volver, en cuanto pueda, a vuestra tierra.