Jose, abrígate mucho, mucho que por tu tierra se deben congelar hasta las pestañas y después no puedes abrir los ojos del peso.
El tabaquillo ahí lo llevo, voy reduciendo pero no lo he dejado del todo, cuesta.
Como la Lunarcillos no se decide a subir, así nunca vamos a llegar a ninguna parte y con la
puerta abierta del autobús se va a congelar hasta Tomás el conductor.
Un beso.