Yo lo recuerdo mucho en casa, mi madre siempre se lo daba en las rodillas. La pobre mía con todas las calamidades que pasaba para ir para comprar el pan, a un pueblo a siete kilómetros de donde viviamos, ya podía llover, nevar o lo que hiciera se ponía su rodilla de tela en la cabeza y su cesta y salia de marcha.
La pobre mía luego le pasó factura.
Un beso para ella y darla las gracias por sus cuidados.
La pobre mía luego le pasó factura.
Un beso para ella y darla las gracias por sus cuidados.