El estéril de Diógenes... Cuántos camiones vi pasar, llenos de mineral, cuando vivía en la
calle Puertollano de
Mestanza, la que sale del
pueblo hacia Puertollano. Se oía el ruido cuando asomaban por la cuesta del
Calvario y había que desalojar rápidamente la
carretera de
juegos, o lo que estuviéramos haciendo mi hermano y yo, porque entonces los juegos, y la vida, en general, se hacía en la calle. Y nuestra calle era, precisamente, la carretera.
Besotes.