HOLA A TODOS LOS DIOGENEROS
El día 13-9-2008, se confirmó, una vez más, que el cariño y la amistad, son indestructibles cuando tienen su origen en profundas y sanas raices.
Minas Diógenes, nuestro pueblo, la tierra donde nacimos, no ha desaparecido. Está en nuestros recuerdos, en nuestro corazón, en nuestras vivencias; y todo ello, es imposible eliminar de nuestras vidas.
El encuentro de Solana ha sido un acontecimiento, de cariño desbordado e inolvidable para todos.
Quiero dar las gracias:
A las autoridades políticas y a los impulsores del acto, por haber conseguido, que el nombre de nuestro pueblo sea recordado en una calle de Solana del Pino.
A todos y cada uno de los asistentes por el día tan inolvidable que me hicieron pasar.
A los que no pudieron asistir por diversos motivos.
A mi hermana Jose y mi cuñado Celes, por haber conseguido que en el trayecto entre Puertollano y Solana, hicieramos trescientas paradas para fotografiar todas las encinas y piedras del camino.
A mi marido Francisco, diogenero de adopción, por haber soportado el camino de vuelta a Madrid, sin interrumpir la conversación con mi hermana recordando todos los acontecimientos vividos.
Muchos besos para todos y un recuerdo especial para Ramona del geómetra, a la que espero ver en nuestro próximo encuentro de Mayo para darle un fuerte abrazo.
El día 13-9-2008, se confirmó, una vez más, que el cariño y la amistad, son indestructibles cuando tienen su origen en profundas y sanas raices.
Minas Diógenes, nuestro pueblo, la tierra donde nacimos, no ha desaparecido. Está en nuestros recuerdos, en nuestro corazón, en nuestras vivencias; y todo ello, es imposible eliminar de nuestras vidas.
El encuentro de Solana ha sido un acontecimiento, de cariño desbordado e inolvidable para todos.
Quiero dar las gracias:
A las autoridades políticas y a los impulsores del acto, por haber conseguido, que el nombre de nuestro pueblo sea recordado en una calle de Solana del Pino.
A todos y cada uno de los asistentes por el día tan inolvidable que me hicieron pasar.
A los que no pudieron asistir por diversos motivos.
A mi hermana Jose y mi cuñado Celes, por haber conseguido que en el trayecto entre Puertollano y Solana, hicieramos trescientas paradas para fotografiar todas las encinas y piedras del camino.
A mi marido Francisco, diogenero de adopción, por haber soportado el camino de vuelta a Madrid, sin interrumpir la conversación con mi hermana recordando todos los acontecimientos vividos.
Muchos besos para todos y un recuerdo especial para Ramona del geómetra, a la que espero ver en nuestro próximo encuentro de Mayo para darle un fuerte abrazo.