¿tienes un bar?

MINA DIOGENES: Lo que cuentas es cierto y visto con mis propios ojos....

Imaginad hace 50 años. Retrocedemos en el tiempo y nos situamos con la edad que más nos recuerde la "Escuela de Mina Diógenes".
Son las 9 menos cuarto de la mañana del lunes que da inicio al curso escolar 1964-65. El cielo esta nublado y una brisa de viento resopla por las calles del pueblo. Los chavales y chavalas están algo inquietos por que hoy comienzan las clases. Muchas preguntas se hacen, ¿qué maestro me tocará? ¿vendrá otro año más D. Ascensión?... ¿o vendrá alguno nuevo? Las maestras eran las mismas, Doña María y Doña Rosa. Asegurados los cantos de mayo a la Virgen, los bailes regionales en Ciudad Real con el obispo, el belén viviente de navidad y
el día del Domund vestidos de chinitos, negritos o indios. Con el maestro, asegurado y bien asegurado, que los verbos se aprendían de memoria y las faltas de ortografía te hacían sufrir cuando salías a la pizarra. Bueno, con las maestras, también se aprendían contenidos, aunque la historia y la caligrafía eran lo fuerte de ellas.
Las calles de Mina Diógenes se van llenando de pequeños y mayores, con destino a los dos patios de las escuelas. Las carteras de cuero, de madera o "sin cartera", servían para almacenar los útiles más imprescindibles del primer día. Lápiz, goma "milán", sacapuntas, boligrafo "bic", alguna regla, y el que más suerte tenía, un estuche de dos pisos con diversos colores y el compás. Ese material lo compraron días antes en casa de Millán o el Tornero. Otros en Puertollano hicieron la carga en la "Casetilla" o en " Libería Pizarro".
Grupos de amigos (por edades) se van enseñando sus carteras y en ese primer día el peloteo mañanero se dejaba aplazado para el recreo.
Los chicos en el patio de "abajo" donde dos encinas grandes servían para el juego del escondite, el pilla-pilla u otros parecidos. Las chicas en el patio de "arriba", el más cercano a la entrada. Todo preparado para empezar la jornada. Suena un timbre y todos a formar. Como en tiempos de la mili, diría yo. Suena el himno y el elegido minutos antes, porta la bandera de España. Nadie respira, mirada al frente y quietos como estatuas. El cogotazo puede llegar en un momento si estás despistado o te lo tomas a cachondeo. Se termina el acto y el maestro, junto a las dos maestras, dan orden de ir entrando a las clases. En fila, sin adelantar y bien alineados. Los chicos en la clases de la izquierda y las chicas en las dos clases restantes. Una de esas clases, sirvió como iglesia durante un tiempo y hasta que se edificó la Iglesia que todavía queda en pie...
(seguiré que me tengo que ir a un recado).

Que bonito Apo, yo eso no lo viví porque ya fui mayor a Diógenes pero algunas veces, cuando Doña María se iba unos días a Villaviciosa me dejaba a mi de sustituta, imáginate que respeto de profe.
Un beso y continua con el relato cuando vuelvas del recado porque me ha encantado leerlo.
Un beso

Entrañable el relato Apo. Yo lo viví solamente durante tres o cuatro años, pero recuerdo muchas cosas de las que hablas. Del que peor recuerdo tengo es de D. Ascensión. Personalmente creo que no me tocó nunca, pero grabadas están las barbaridades que hacía con aquella maldita palmeta y con las propias manos, incluso con las piernas. Desde luego la letra nunca debe entrar con sangre, en la vida te tienen que recordar por otras cosas. Un abrazo y buen día.

Lo que cuentas es cierto y visto con mis propios ojos. La letra debe entrar con "Un kilo y medio de paciencia" como decía Celaya.
¿Qué tal las fiestas? Espero hayas tenido unos días agradables junto a tu nieto y demás familia.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Pepe y Apo, yo tuve una profesora de semejantes carcteristicas.
Esta utilizaba el puntero y una correa de cuero, algunos verdugones me hizo en las piernas. No he podido odiar mas a una persona en mi vida, a mi me hizo muchisimo daño.
Así es Apo. La paciencia y el cariño es la mejor manera de que entre todo, aunque a veces tengas que contar hasta diez, pero nunca se puede hacer con las personas aquello. Afortunadamente tuvieron que pasar pocos años para que cambiaran los métodos y frenasen a estos remedos de formadores de personas. Las fiestas bien, aunque los programas que preparan los ayuntamientos dejan mucho que desear. Dan pocas opciones y existe casi nula imaginación. Un abrazo