El día de Santa Bárbara llegó. Eran las 5 y media de la mañana y los cohetes ya suenan por nuestro pueblo. Alfredo Vozmediano, Jesús García el Eléctrico, Francisco Sánchez el del “bulto”, Félix Lara, Rafalillo y Diego Franco quedan en la puerta de la iglesia para despertar a los diogeneros con una tirada de cohetes. Allí les esperan otros directivos y algunos paisanos más. Recorren la calle de las escuelas, desde la Iglesia hasta el casino de “abajo”, para tomar una copilla de anís o coñac que les anime el cuerpo.
̶ ¡Venga ya!, metedles lumbre a los cohetes, que el pueblo se despierte para celebrar el día de Santa Bárbara.
El mejor día del año, decía alguno, emocionado. Y en la puerta del casino se les unen Gabriel el Cano, y Rafael Buendía, que al oír los estruendos les hervía la sangre por no estar en el ambiente.
Hablaban de que había que poner a Santa Bárbara en la boca del pozo.
Hablaban de la procesión y de su recorrido, del convite en el cine, de las varas de la
hermandad, de los brazaletes que se ponían.
̶ ¡Venga ya!, metedles lumbre a los cohetes, que el pueblo se despierte para celebrar el día de Santa Bárbara.
El mejor día del año, decía alguno, emocionado. Y en la puerta del casino se les unen Gabriel el Cano, y Rafael Buendía, que al oír los estruendos les hervía la sangre por no estar en el ambiente.
Hablaban de que había que poner a Santa Bárbara en la boca del pozo.
Hablaban de la procesión y de su recorrido, del convite en el cine, de las varas de la
hermandad, de los brazaletes que se ponían.