MINA DIOGENES: El rosario de la Aurora está a punto de comenzar. Suben...

El rosario de la Aurora está a punto de comenzar. Suben por la calle Escuelas, saludan a Vinagre, Camacho, Juan Luis Sánchez y Loren, que se incorporan a la comitiva y llegan a la puerta de la ermita, donde se les une Serafín, Joaquín Morón, César, Mariano y Francisco del Pozo, que eran otros directivos.
̶ ¡Capaz de estar llena de gente! ̶ dice Vinagre.
̶ A quién madruga, Dios le ayuda ̶ le contesta Jesús García, al que le gustaban los refranes.
Era cierto, las luces de la iglesia encendidas y estaba casi llena. Eduardo y Juan Antonio encendiendo las velas para dar colorido y sentimiento al acto. Silencio y devoción dentro de ella. El sacerdote, preparando las lecturas que se leerán posteriormente. Allí estaban las mujeres de Diógenes. Esas mujeres que llevaban dentro de su corazón el sentimiento minero. Temían lo peor en algún momento.
Eran fuertes y había que aguantar las lágrimas a escondidas para que los chavales no
sintieran el temor de lo imprevisible. Después de este día, se convencían de que la
Virgen les protegería... Esa era su religión y así lo creían. Las mujeres no solo temían
por sus maridos, también lo hacían por sus parientes, hermanos, familiares, amigos o
vecinos. Los hombres, más fuertes y duros, lo sabían disimular, pero su cosilla la
llevaban por dentro. Las parejas de novios quedaban a esa hora en la puerta de la
iglesia para rezar el rosario mañanero. ¡Qué madrugar más lindo! Era la mejor edad
para ellos. También iban jóvenes que no temían al frío de la mañana y ellas hacían
más agradable el sonido del coro cuando le cantaban a Santa Bárbara.
Al terminar el rosario, todos los de la Hermandad se iban a sus casas a desayunar con unos rosquillos caseros que sentaban de maravilla. Otros preferían
irse al casino o a las tabernas del pueblo.