Buenos días, diogeneros y diogeneras; ayer fue un día especial y me sentí muy feliz porque tuve, al fin, la llamada de Balti. Su voz burbujeante, alegre, luminosa y cristalina, dice todo lo que ella es: una mujer entrañable y bella, por fuera y por dentro. Muchísimas gracias, amiga Balti, por llamarme, pues sabías que esperaba esa llamada. Precisamente, por la noche, llamé a tu madre y le dije que necesito trozos de su memoria y de su nostalgia para escribir mi nuevo novela "El violín que alegraba las colmenas". Sinceramente, me emocioné mucho al hablar con ella y ya he quedado en llamarla en otra ocasión para recabar información sobre su interesantísima vida, humilde pero llena de sacrificios, dolores, ausencias y ternuras. Gracias, amiga Balti, por ayudarme a ir conociendo a tu madre, personaje literario de mi nueva obra. Gracias también a mi amiga dulcísima Mayte del Francés, tan generosa y amable como siempre. Quiero hablar también con su padre, Florián, porque es otra persona que sale en el libro. Por último, agradecer la cariñosa llamada de Rafi (ayer tuve un intenso día diogenero) que, según me dijo, viene a Alcaracejos mañana, jueves, y me hace muchísima ilusión conocerla, darle un fuerte abrazo y hablar con ella de tantas cosas que nos acercan y nos unen. Gracias, bellísimas diogeneras, un cálido y tierno abrazo para vosotras y para todas (Pepi, Pili, Jovi, Feli, Moli, etc...) de ese pueblo maravilloso que siento como mío. Os quiero a todos y a todas, Alejandro López Andrada.