MINA DIOGENES: El verdadero pueblo se lleva en el corazón y echa raíces...

El verdadero pueblo se lleva en el corazón y echa raíces y hojas dentro del alma como un gran árbol, uno de esos árboles grandes, gigantescos, que adentran sus ramas en la bóveda del cielo y tocan la luz de los seres que fueron, los queridos que lo poblaron en otro tiempo y se fueron un día hacia la morada del Altísimo. En este sentido, pocos pueblos hay tan reales, verdaderos, auténticos, tiernos y poéticos como Minas Diógenes, un pueblo que vive, aunque no nací en él, dentro de mí y siento sus casas, sus calles, las voces de sus habitantes, los ojos de sus muchachas, el dolor de sus mineros en mis entrañas, pues Minas Diógenes existe y siempre existirá, porque una prueba de ello es este magnífico foro donde todos damos la cara y nuestro nombre para engrandecerlo con nuestra ternura, nuestra memoria y nuestro recuerdo. El amor es así, invisible e intangible, pero está, y siempre estará en el corazón de las buenas personas. Minas de Diógenes siempre está en el espíritu de sus hijos y de sus hijas, en el alma de aquellos y de aquellas que tienen nombre y se sienten orgullosos y satisfechos de firmarlo, de firmar con un nombre y con unos apellidos que remiten a la luz de la sangre, a las buenas raíces emotivas de sus antepasados. Aunque no nací en él, yo en estos momentos más que nunca me siento de Diógenes, y piso sus calles y aspiro el aire de sus campos y siento la luz resbalar sobre sus tejados. Bailo al son del acordeón de Gregorín y celebro feliz el regreso de los mineros y por eso firmo con mi nombre y mis apellidos, declarando que el bellísimo pueblo de Minas Diógenes existe y no morirá nunca, porque un grupo de buenas personas, hombres y mujeres, con nombre y apellidos reivindican día tras día su existencia, por eso quizá, al menos para mí, aunque no nací en él, sea en la actualidad el pueblo más lindo y hermoso de toda España, porque los pueblos más hondos, los pueblos verdaderos, están hechos con el material de la poesía y con el amor limpio y puro de sus habitantes. Yo, en este momento, ya digo, más que nunca me siento de Minas Diógenes y envío, también con nombre y apellidos, un fortísimo y cálido abrazo para todos/as los diogeneros/as. Os quiere vuestro amigo y paisano, Alejandro López Andrada.