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No puedo, ni quiero, desprenderme de este foro extraordinario donde entra la luz por todos los rincones y la alegría se expande por el aire y por la intensa emoción de vuestras palabras, amigos y amigas de Minas Diógenes. Ahora quiero agradecer las palabras de todos los que me habéis felicitado por el escrito: para mí es un honor sentirme diogenero. No sé qué tendrá el aire de Minas Diógenes y el de Tiñosas, Solana, Cabezarrubias, Mestanza y otros rincones de la zona que, desde el día que los visité, quedé atrapado en su atmósfera. Mi amigo Antonio Morón lo expresa extraordinariamente en su nuevo poema. Él tiene mucha sensibilidad y transmite, como todos vosotros y todas vosotras, excelentes vibraciones. También agradezco el afecto de Marce Gutiérrez al hablar de mi novela y la emoción de Rafuki, Joselín, Juan Ramón, Loli, Pepi, Conce, Jovita, José Vinagre, Víctor, Joaquín, Rafi, Lauren, Farnes, Perico, Dorina, etc... Espero no dejarme nadie atrás, porque a todos os debo mucha gratitud y mucha alegría por haberme permitido entrar en vuestro fantástico paraíso de Diógenes, revivido y siempre recordado. ¿Qué extraño magnetismo tiene este foro que me ha imantado desde el primer momento con vuestras palabras, vuestras emociones y vuestros recuerdos? Gracias a todos y a todas por concederme el don de "ser y sentirme" diogenero. Tengo muchas ganas ya de veros nuevamente, aunque os tengo presentes cada vez que escribo una línea de mi nueva novela, la cual se la debo a la inspiración recibida en Minas Diógenes. Un fuerte y sincero abrazo de vuestro amigo y "paisano", Alejandro López Andrada.