Ayer, día 29 de octubre, miércoles, pasé en la Casa de la Cultura de Almodóvar del Campo unos momentos de felicidad indescriptible al lado de mis buenos amigos, y buenas amigas, de Minas Diógenes. No puedo expresar, sinceramente, con una mínima nitidez, todas las sensaciones y emociones que experimenté rodeado de todos mis paisanos. Gracias, sinceramente, por estar acompañándome: Loli y Conce (y sus respectivos) los mellizos de Oristela, y sus respectivas, Jovita Vozmediano, Guada e Ita, y Benito, el Mago de Tiñosas; ah, y el sobrinillo de Conce, el asistente más joven al acto, que se portó como una persona madura. En fin, sólo quiero daros las gracias a los que estuvisteis físicamente, y a los que lo hicisteis espiritualmente (Rafuki, Antonio Morón, Apolonio, Farnes y Juan Ramón Maroto, Mayte, Tere, Joselín, Pepi, Anselmo, Perico, etc...). Jovita lo expresa muy bien: estuvisteis representando todos y todas al pueblo de Minas Diógenes. El viaje de vuelta a Villanueva del Duque lo hice bien. Y hoy me queda un regusto de melancolía, porque lo pasé muy bien con todos vosotros. Ah, antes de llegar a casa me llamó Rafuki, tan cariñoso y entrañable como siempre, y fue la guinda de un día memorable y poético como pocos. Un millón de gracias, diogeneros y diogeneras, por hacer que me sienta paisano vuestro. Os quiero y os recuerdo mucho, a cada instante. Vuestro amigo, Alejandro.