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Conce Vizuete, posiblemente no me recuerdes, aunque yo si traté mucho a tu padre, al que apreciaba por sus buenas cualidades y sus méritos.
Yo vivía justo enfrente de Adolfo Cacho, en la esquina, y por debajo de Alfonso Mora.
Observo por el foro que eres una mujer con la cabeza muy bien amueblada, como decimos aquí, que tienes las ideas muy claras, que recuerdas el pasado con amor y melancolía, muy organizada, con ánimo de colaboración con el foro, con mucha gracia para narrar las cosas, como por ejemplo la historia del burro que me hizo pasar un buen rato.
Por ahora un abrazo y hasta otra intervención.
Pepi y Jovita Vozmediano, también os digo que traté mucho a vuestro padre puesto que era el encargado de la reparación y mantenimiento de todo el material de perforación, como martillos perforadores y picadores, barrenas y otras herramientas y que todos pasábamos por su pequeño taller a pesar de que él dependía de D. Eugenio Correas.
Era un gran y eficiente mecánico además de persona grata y afable.
Me agradan vuestros relatos llenos de gracia, encanto y a veces también de melancolía pero se aprecia que proceden de personas muy instruídas, hechas así mismas, doctas en muchas materias por lo que os felicito y me congratulo.
Otro abrazo y hasta la próxima vez que nos comuniquemos
Yo vivía justo enfrente de Adolfo Cacho, en la esquina, y por debajo de Alfonso Mora.
Observo por el foro que eres una mujer con la cabeza muy bien amueblada, como decimos aquí, que tienes las ideas muy claras, que recuerdas el pasado con amor y melancolía, muy organizada, con ánimo de colaboración con el foro, con mucha gracia para narrar las cosas, como por ejemplo la historia del burro que me hizo pasar un buen rato.
Por ahora un abrazo y hasta otra intervención.
Pepi y Jovita Vozmediano, también os digo que traté mucho a vuestro padre puesto que era el encargado de la reparación y mantenimiento de todo el material de perforación, como martillos perforadores y picadores, barrenas y otras herramientas y que todos pasábamos por su pequeño taller a pesar de que él dependía de D. Eugenio Correas.
Era un gran y eficiente mecánico además de persona grata y afable.
Me agradan vuestros relatos llenos de gracia, encanto y a veces también de melancolía pero se aprecia que proceden de personas muy instruídas, hechas así mismas, doctas en muchas materias por lo que os felicito y me congratulo.
Otro abrazo y hasta la próxima vez que nos comuniquemos