Vivo escondido en vuestros recuerdos y en vuestras palabras, en la cálida textura de vuestras vivencias, amiga Pepi, sin dejar ni un solo día de entrar al foro. Me gusta escuchar y aprender de los demás y, en lo posible, permanecer oculto, diluido en un segundo plano, porque la verdad es que tengo que contar muy poco de mi vida, monótona y gris, sino fuera por lo que aprendo observando y oyendo a los demás, día tras día. Ahora, hace apenas unos minutos, estaba leyendo absorto, profundamente emocionado, el tierno y melancólico relato de Rafa, hijo de Rafalillo y Aurora, pensando en que tenía que decirle algo, al menos felicitarlo por el recuerdo maravilloso que aún guarda de la mesa camilla infantil, bajo la que se quedaba asombrado observando las ascuas brillantes del brasero (diminuto universo de cenizas), y, de pronto, unas líneas más abajo, me encuentro con la frase interrogativa de mi buena amiga Pepi Vozmediano interesándose por mis silencios. En fin, será casualidad pero me adentro con muchísimo gusto en la memoria de Rafa compartiendo emociones, sensaciones y vibraciones poéticas, para decirle que me han llegado sus palabras al corazón y me han rejuvenecido sus recuerdos. Y a ti, amiga Pepi, recordarte que sigues inspirando mi nueva novela, lo mismo que otros amigos y otras amigas de Diógenes. Voy recortando fragmentos del foro para incorporarlos a mi libro. Soy algo gracias a vosotros y vosotras, amiga Pepi. Y mi nueva novela será vuestra y estará dedicada, te lo anuncio, a Minas Diógenes. Sólo me queda enviar mis mejores deseos de felicidad para todos y todas, amigos y amigas del foro, y desear una feliz recuperación a los enfermitos: mis amigos Florián y el padre de Rafuki. Os quiere vuestro amigo, Alejandro.