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Al tío Francisco, tío de mi madre y mi tío.
Hoy se me ha roto el reloj, este reloj que apenas tiene valor material tiene un gran valor sentimental. No deberíamos aferrarnos a estas cosas, pero sin querer o queriendo nos agarramos a ellas pensando que de algún modo nos unen y nos acercan a los que ya no estan.
Me he acordado entonces de mí tío Francisco, hermano de mi lalo (mi abuelo Antonio Del Hoyo) y también hermano de mi tío Eugenio, vivía al lado de éste, haciendo esquina y al volver "La mona Petra" (que miedo me daba), justo enfrente de la Bienve y Gregorio. Quizás él me lo hubíera podido arreglar con su infinita paciencia y su peculiar lentitud, quien sabe.
De pequeño, las personas adultas o mayores, por lo general, me parecian aburridas, pero no era el caso de mi tío Francisco, su casa era un mundo peculiar, con transistores, despertadores, relojes, radios y otros aparatos y "chismes" que él se afanaba en arreglar. Nosotros viendo todo esto nos quedabamos con la boca abierta, maravillados. Mi tío sonreia y nos decía:
-La curiosidad mató al gato. Pasad y no toqueis nada.
Despues de un rato, veiamos como milagrosamente hacía sonar un despertador o un transistor, entonces nos miraba con cara de admiración y una sonrisa, hacíendonos creer que había sido por arte de magia.
Mi tío Francisco llegó al final del camino, consiguiendo el reto que le planteó la vida; seguir siendo un niño. Para mí, era otro niño más que jugaba con sus relojes. Con él compartimos mis hermanos y yo ilusiones infantiles, risas y admiraciones, por muy mayor que fuera, siempre tubo en su interior esa burbuja transparente que es la ingenuidad de un niño... Yo sigo recordandole con mucho cariño.
Hoy se me ha roto el reloj, y un poco el corazon.
un beso
Hoy se me ha roto el reloj, este reloj que apenas tiene valor material tiene un gran valor sentimental. No deberíamos aferrarnos a estas cosas, pero sin querer o queriendo nos agarramos a ellas pensando que de algún modo nos unen y nos acercan a los que ya no estan.
Me he acordado entonces de mí tío Francisco, hermano de mi lalo (mi abuelo Antonio Del Hoyo) y también hermano de mi tío Eugenio, vivía al lado de éste, haciendo esquina y al volver "La mona Petra" (que miedo me daba), justo enfrente de la Bienve y Gregorio. Quizás él me lo hubíera podido arreglar con su infinita paciencia y su peculiar lentitud, quien sabe.
De pequeño, las personas adultas o mayores, por lo general, me parecian aburridas, pero no era el caso de mi tío Francisco, su casa era un mundo peculiar, con transistores, despertadores, relojes, radios y otros aparatos y "chismes" que él se afanaba en arreglar. Nosotros viendo todo esto nos quedabamos con la boca abierta, maravillados. Mi tío sonreia y nos decía:
-La curiosidad mató al gato. Pasad y no toqueis nada.
Despues de un rato, veiamos como milagrosamente hacía sonar un despertador o un transistor, entonces nos miraba con cara de admiración y una sonrisa, hacíendonos creer que había sido por arte de magia.
Mi tío Francisco llegó al final del camino, consiguiendo el reto que le planteó la vida; seguir siendo un niño. Para mí, era otro niño más que jugaba con sus relojes. Con él compartimos mis hermanos y yo ilusiones infantiles, risas y admiraciones, por muy mayor que fuera, siempre tubo en su interior esa burbuja transparente que es la ingenuidad de un niño... Yo sigo recordandole con mucho cariño.
Hoy se me ha roto el reloj, y un poco el corazon.
un beso