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Apreciables amigos y amigas de Diógenes. Encantadores paisanos y paisanas. Cincuenta y seis mil gracias por vuestras felicitaciones y vuestros deseos de felicidad. Son reciprocos mis deseos hacia vosotros, ya que sabéis todos que os recuerdo con mucho cariño. os mando un gran abrazo a los que escribis en el foro y a los que no escriben pero nos leen... a todos os deseo lo mejor.
Hoy os dejo un poema dedicado a los mineros que leo de vez en cuando de un escritor mejica (Salvador Pliego) y dice así:
" Ay!, carbones del rosario,
van cayendo por los suelos
devorándolos enteros.
¡Ay!, socavones derruidos
en los ayes de calvario,
en las voces de los pozos
sumergidos de aguaceros.
¡Ay!, mujeres allá arriba
esperando ver consuelo
y el derrumbe que se inicia
con los frágiles aceros,
con el ansia de la mina
devorando a sus obreros.
¡Ay!, ya no se oyen esas voces,
sólo muecas de pañuelos
apretándose las manos,
agrietándose los labios,
advirtiéndoles que abajo
hay jornales soterrados.
¡Ay!, que se cuentan por sus huesos
los mineros ya cubiertos,
que se tejen polvorientos
los pañuelos para olerlos.
¡Ay!, las mujeres allá arriba
van creciendo en desconsuelo
y una cruz les muestra a ellas
que los clavos en las palmas
son de guantes del minero".
Acabo de hablar por teléfono con Santos Gil y después de casi una hora recordando historias del pueblo, me viene a la memoria que en Diógenes había muy buena gente... ¡de verdad!
Un abrazo para todos y cuando pueda volveré con los saludos mañaneros... hoy me habéis hecho pasar un día superfeliz GRACIAS
Hoy os dejo un poema dedicado a los mineros que leo de vez en cuando de un escritor mejica (Salvador Pliego) y dice así:
" Ay!, carbones del rosario,
van cayendo por los suelos
devorándolos enteros.
¡Ay!, socavones derruidos
en los ayes de calvario,
en las voces de los pozos
sumergidos de aguaceros.
¡Ay!, mujeres allá arriba
esperando ver consuelo
y el derrumbe que se inicia
con los frágiles aceros,
con el ansia de la mina
devorando a sus obreros.
¡Ay!, ya no se oyen esas voces,
sólo muecas de pañuelos
apretándose las manos,
agrietándose los labios,
advirtiéndoles que abajo
hay jornales soterrados.
¡Ay!, que se cuentan por sus huesos
los mineros ya cubiertos,
que se tejen polvorientos
los pañuelos para olerlos.
¡Ay!, las mujeres allá arriba
van creciendo en desconsuelo
y una cruz les muestra a ellas
que los clavos en las palmas
son de guantes del minero".
Acabo de hablar por teléfono con Santos Gil y después de casi una hora recordando historias del pueblo, me viene a la memoria que en Diógenes había muy buena gente... ¡de verdad!
Un abrazo para todos y cuando pueda volveré con los saludos mañaneros... hoy me habéis hecho pasar un día superfeliz GRACIAS
