Uno pensaba que Emiliano García-Page se había presentado y había ganado unas elecciones a la alcaldía de Toledo. Lo que no se podía adivinar es que al final, el amigo Emiliano se convirtiera en el titular del "área de Presidencia" y el concejal portavoz en el "portavoz del Gobierno". A uno, todo este juego de palabras con el que juega el alcalde de Toledo, le suena a la retórica que acompaña a personajes de la vida política que saben que sólo el protagonismo que da el uso de las palabras acaba por diferenciar a los mediocres de carril de los que tienen madera de líderes.
A uno también le parece que el gobierno regional Barreda tendrá que lidiar con las reivindicaciones de los ayuntamientos de Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara, encabezados por un alcalde del PP, al que se añadirá la migraña permanente que le provocarán las salidas de pata de banco que uno augura a ese verso suelto del poema regional del PSOE que a partir de ahora será García-Page.
Y es que Emiliano se ha hecho político en la escuela de Bono, y, en esa cátedra el primer principio que se aprende es el de que "un buena reivindicación contra el señor al que sirves es la mejor manera de demostrar lo que vales".
Bono, que es el maestro de García-Page, se ha hartado de decir que para ganar unas elecciones desde el poder regional es necesario buscar una reivindicación que te aleje de la sospecha de connivencia con el poder nacional. En Toledo García-Page a partir de ahora buscará la forma de demostrar a los toledanos que no es una simple franquicia de Barreda. Apuesto doble contra sencillo que en estos cuatro años Emiliano se agarrará al pendón carmesí de la ciudad y reivindicará para la capital regional lo que nunca se le hubiera pasado a Molina por el magín.
Uno cree que con un alcalde de Toledo como Emiliano García-Page, le ha salido a Barreda un grano en la cara como el que le salió a Rajoy con Alberto Ruiz-Gallardón en la alcaldía de Madrid.
Ese detalle de empezar llamando "área de Presidencia" a lo que toda la vida fue la alcaldía, y "portavoz del Gobierno" al pregonero municipal de toda la vida no puede indicar otra cosa que la revolución de las palabras de los que nunca se han resignado a ejercer de alcaldes de pueblo y de pregoneros con turuta.
Al Gobierno de José María Barreda en el palacio de Fuensalida ya le barruntan las migrañas que llegan desde la plaza del ayuntamiento.
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A uno también le parece que el gobierno regional Barreda tendrá que lidiar con las reivindicaciones de los ayuntamientos de Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara, encabezados por un alcalde del PP, al que se añadirá la migraña permanente que le provocarán las salidas de pata de banco que uno augura a ese verso suelto del poema regional del PSOE que a partir de ahora será García-Page.
Y es que Emiliano se ha hecho político en la escuela de Bono, y, en esa cátedra el primer principio que se aprende es el de que "un buena reivindicación contra el señor al que sirves es la mejor manera de demostrar lo que vales".
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Uno cree que con un alcalde de Toledo como Emiliano García-Page, le ha salido a Barreda un grano en la cara como el que le salió a Rajoy con Alberto Ruiz-Gallardón en la alcaldía de Madrid.
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