Dado a
Miguelturra por el sobrino de Alfonso X el sabio por las continuas guerras con
Ciudad real y por ayudarle en las batalla del salado.
Según explica Sebastián de Covarrubias Orozco en “Tesoro de la lengua castellana”, año de 1611, es: "Un pago junto a Ciudad Real, a donde la
Santa hermandad hace justicia de los delincuentes que pertenecen a su jurisdición con la pena de saetas. Proverbio: La justicia de
Peralvillo, que después de aseteado el hombre le fulminan el proceso".