El poblamiento más antiguo se remonta a la Edad del Bronce Pleno, con la construcción de un poblado en altura en la parte occidental del Cerro de Alarcos, controlando el vado del
río Guadiana y los pasos hacía
Andalucía y Levante.
Hacía el siglo IX a. C., en la transición a la primera Edad de Hierro, se produce un desplazamiento de la población que se va asentando en el resto del Cerro, manteniendo contactos con otros lugares de la Península, especialmente con el suroeste y la Meseta Norte, contactos que se mantienen e incrementan en los siglos siguientes.
Su nombre podría provenir de populetum, que puede significar alameda o arboleda de olmos. Fue aldea del
Castillo de Alarcos en los tiempos inmediatos a la Reconquista hasta que Alfonso X la incluyera dentro de los términos que otorgó a Villa Real. Desde entonces y hasta finales del siglo XVII y principios del XVIII estaba considerado como un simple cortijo o quintería, fecha en la que los labradores de
Ciudad Real que allí tenían tierras, solicitaron licencia y terrenos de su ejido al
ayuntamiento para edificar sus
casas y realizar con más comodidad sus labores.
Poblete logra su independencia de Ciudad Real en 1843.
En el s. V a. C. la cultura ibérica oretana está plenamente formada y consolidada en Alarcos, alcanzando a lo largo de los siglos IV-III a. C. un espectacular desarrollo. La población aumenta y espacios antes dedicados a necrópolis son ahora ocupados por viviendas. A través de todo este largo período se documentan al menos tres fases de ocupación, en la que se aprecian los cambios producidos en el poblado.
Las casas, de forma rectangular, tienen una o dos habitaciones con zócalos de
piedra, paredes de adobe y techo vegetal. Se organizan en torno a
calles pavimentadas con lajas de cuarcita o caliza. En su interior se han encontrado los materiales utilizados por sus habitantes, como
cerámicas, útiles de bronce y hierro, de hueso, etc.