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PUERTOLLANO: Libertad, acabo de leer tu relato y por supuesto guardarlo...

EN LA LARGA SENDA (continuación)

El tren, mucho mas rápido, que el que me conduciría desde Madrid, devoraba la campiña francesa. El tren conducía a muchos hombres hasta la Europa rica. Le vagón que yo ocupaba estaba a rebosar, de compatriotas, lanzados a lo desconocido. Observe con atención. Algunos dormitaban en indolente postura.
"España Patria querida", resonó de nuevo al fondo del vagón. Había escuchado y hasta cantado alguna vez esa canción, pero esta vez se me antojo en ella que cobijaba mucha tristeza. Muy cerca de mi un grupo de Gallegos, del otro lado extremeños, valencianos, en la parte trasera, y, no faltaban de ambas Castillas.
Al otro lado del pasillo, un extremeño, me preguntaría:
-Y tu amigo: ¿de donde eres y donde vas?- era simpatico, con cara de niño, y tenía el pelo alborotado.
-Soy del centro, de Castilla la Nueva y voy a Francia.
- ¿Con contrato de trabajo?- Preguntó
-No, un poco a la deriva y por curiosidad...
-! Coño amigo, si que hace falta ser curioso, de aventurarse a un país desconocido, así sin mas!... no se por que me parece, que tu-- me miró fijamente-
si claro, algo de pinta de burgués, si que tienes.
Y soltó una sonora carcajada, que daría como resultado, que todos me miraran.
-Muy lejos de lo que tu dices, amigo, le respondí. He sido un currante, de los de ganar cuatro perras, y... bueno, tengo unos conocidos en París, y unos pocos ahorros, y... mucha curiosidad, por saber, y, comparar. El que estaba sentado frente a mi, me miraría, intrigado. Luego, viera como su rostro, casi pegado a la ventanilla (a veces la fritaba de sus dedos), pareciá perdodo en sus pensamientos. Esta actitud, me llevó a pensar, en el día que yo dejaría mi pueblo, y me lancé a aquel Madrid, de años atrás, donde para subsistir, había que amoldarse, al capricho de los llamados "señores". esos pocos que tenían cche, y, en aquella finca de los alrededores, lavarlo casi todos los días, en aquella finca hacia la Sierra, donde la cabeza y las patas de pollo, Gregoria, hacía maravillas.
-He hecho lo que he podido, diría la buenaza de Gregoria, refiriéndose al pollo
con arroz, hoy, al menos "La Petra", nos ha dejado, la molleja.
Greogoria y Paquita, eran dos chicas que trabajaban de criadas... por la comida y algún vestido de deshecho de la hija de "La Señora". Tenían grandes fincas, tres yuntas de mulas, por lo tanto tres "criados" como ellos decían, y el chico que cuidaba el jardín. El dueño regentaba no se que negocio en Madrid, y un hijo que era abogado. Yo tenía 15 años, y las promesas de que mis primos,, be buscarían trabajo, duraría casi un año. Yo crecía... Paquita, mas picara que Gregoria, se sentaba a mi lado, en aquella enorme, cocina, conde los "criados" comíamos. Su rodilla se pegaba a la mía con insistencia, luego sería su pierna, que se apretaba contra la mía... un día se lo dije a Gonzalo, este, tenía ya 19 años, y en tono burlón me diría: "! tines que crecer y espabilar!"
Lo entendí, el día, en que acompañe a Paquita, hasta la casa vieja situada cerca a la orilla de un arroyo: sería la primera vez en mi vida, que mi cuerpo... bueno sentiría que aquel beso largo, aquel cuerpo pegado a el mío... no pasó nada mas.

-! Como voy a echar de menos a mi perro!- dijo uno-
-! Mira este, en los que piensa! a quien yo a echar de menos, yo, es a mi chavala, aunque quien sabe si no habrá alguna alemana, que me consuele- añadió otro.
Mientras tanto otro buscaba algo, en la maleta.
-Creí que me lo birlarían en la frontera- dijo con visible alegría, pientras mostraba, un enorme chorizo.
-No cantes vitoria, -decía otro: aún te queda una frontera a pasar, y si fueras a suiza, creo tendrías problemas, me lo comento alguien.
- De vez en cuando, en la negrura de la noche, en lo que parecía una llanura, a lo lejos o mas cerca, aparecían luces de alguna ciudad o pueblo, A veces la Luna brillaba, otras se escondía entre las nubes. Yo me decía en ese momento que la Luna era la misma, y de pronto el que estaba sentado a mi lado, decía:
-No se como nos entenderemos con esta gente. Al menos si se que tendré la misma Luna.
El tres se había detenido. Subían algunos viajeros. las pmaletas de los pasillos interrumpían el paso...
-Pardón, monsieur...
-Pero... ¿que dice este tío?
-! Mira que eres animal! te está diciendo, que estorba tu maleta.
- ¿Y tu por que lo sabes, si solo a dicho algo así como perdón y no se que?
- Callaría el segundo. El viajero. se perdió a lo largo del pasillo.
El tren de la incertidumbre y la esperanza, devoraba kilometros, en su "tracata... tracata... hacia lo desconocido. Los Pirineos, habían quedado lejos. Padres, hijos, hermanos, en algún lugar, de la variada geografía, ignoraban el silencio (solo interrumpido por algún ronquido) que en esos momentos reinaba en el vagón. Yo y el que viajaba frente a mi, mirábamos a través de la ventana. Ni tan siquiera le pregunté de donde era.
Como de lamento, silencioso, emergía, entre aquellos hombres, en la queja, al encuentro de mil quejas.
J. M. (LIBERTAD) continuará

Libertad, acabo de leer tu relato y por supuesto guardarlo en el rinconcito a ti destinado, espero la continuidad, aunque si se que pasó con tu trabajo en aquel lugar junto a Paquita, pero espero con interés tu relato sobre ese tren....